Jóvenes, Economía
¿Cuentan los jóvenes en Cuba?
El problema de los jóvenes cubanos no es solo la baja participación en
las actividades particulares, sino que están en desventaja para
desarrollarse en todos los aspectos de la sociedad
Oscar Espinosa Chepe, La Habana | 26/06/2012 10:15 am
Con el sugestivo título de ¿Cuán propia es la cuenta joven?, el
periódico Juventud Rebelde en su edición del 17 de junio publicó un
ilustrativo trabajo sobre la participación de la juventud en las nuevas
fuentes de generación de empleo. En el artículo se brindan cifras sobre
la participación relativamente reducida de la población comprendida
entre los 18 y 35 años de edad en el cuentapropismo y el laboreo de
tierras ociosas entregadas en usufructo.
De 385.775 cuentapropistas solo 73.118 son jóvenes entre 18 y 35 años
para un 19 % del total. Llama también la atención que la mayoría de los
jóvenes incorporados a labores no estatales, estaban desvinculados del
estudio y el trabajo (43.967). Las actividades más desempeñadas son la
venta de alimentos, CDs, DVDs, viandas y hortalizas por las calles;
aunque la mayoría de los jóvenes (17.466), son empleados de otros
cuentapropistas. Por otra parte, de las 166.247 personas que han
recibido tierras en usufructo, solo un 7 % están comprendidas entre 18 y
25 años, y un 19,7 % entre 26 y 35 años, según informó al periódico el
director del Centro Nacional de Control de la Tierra.
Los factores que han incidido en que los jóvenes se hayan insertado a
escala reducida en estas actividades son variados. Una parte se
encuentra estudiando, unido a que constituyen el sector poblacional con
mayores dificultades para iniciar negocios por carecer del capital
mínimo inicial o las suficientes habilidades y conocimientos para
desarrollar exitosamente los 181 trabajos permitidos. Hay que tener en
cuenta que el sistema de educación cubano se dedicó durante decenios a
aportar conocimientos generales a los estudiantes, desestimando la
formación de técnicos medios y obreros calificados, y prácticamente se
abolió insertar en los centros de trabajo a jóvenes en calidad de
aprendices, lo cual al parecer en los últimos años ha comenzado a
corregirse. Además, sigue estando prohibido el trabajo independiente de
los graduados universitarios en sus profesiones.
A ello se añade la escasa motivación provocada por las actividades
permitidas en el cuentapropismo, que adicionalmente están recargadas de
considerables impuestos y carecen de un mercado mayorista que garantice
la adquisición de los insumos necesarios. Obstáculos que seguramente
afectan más a quienes tienen poca o ninguna experiencia laboral.
En el caso del laboreo de tierras en usufructo, también los
inconvenientes son considerables, comenzando por que no se ha autorizado
aún la construcción de viviendas en las áreas entregadas, a lo que se
añade las dificultades para conseguir los insumos básicos, los precios
poco estimulantes pagados por Acopio y otras cortapisas y prohibiciones.
Tampoco puede soslayarse los decenios de abandono y el desarraigo de los
campesinos de las zonas rurales, en un ambiente de subestimación al
trabajo agrícola y la propaganda de que todo joven debía proponerse
alcanzar un título universitario. Ciertamente en los últimos tiempos se
quiere cambiar esos conceptos, pero resulta difícil por haberse
enraizado con fuerza en la sociedad. Más aún cuando las condiciones en
la campiña cubana son muy difíciles, se han perdido muchas tradiciones y
se carece de los alicientes necesarios para que las personas retornen a
las zonas rurales.
En realidad, el problema de los jóvenes cubanos no es solo la baja
participación en las actividades particulares, sino que están en
desventaja para desarrollarse en todos los aspectos de la sociedad. Las
generaciones anteriores, aunque vivieron con mucha austeridad y
carencias, pudieron hacerse de viviendas, aunque muchas veces tuvieron
que continuar residiendo en la de los padres y abuelos; asimismo
pudieron con muchas dificultades acumular algunos bienes de forma
modesta que conservan. Después de 20 años de Período Especial, los
escollos para los jóvenes son superiores. Lo lógico es que una joven
pareja aspire a poseer una vivienda independiente, lo cual es un sueño
prácticamente irrealizable y la convivencia con varias generaciones es
sumamente difícil, por las condiciones de hacinamiento y la
depauperación de los inmuebles. Eso es fuente de insatisfacciones
familiares y en buena medida explica, entre otros factores, la caída en
un 65 % de la tasa de natalidad con respecto a inicios de los años
sesenta y la alta tasa de divorcios, 3,1 por 1000 habitantes, como
promedio en el período 2005/2010, una de las más elevadas del mundo.
A su vez, con la política de reestructuración laboral, la situación de
lo jóvenes se torna más precaria, por cuanto son los trabajadores con
menos años acumulados y menor experiencia laboral, y por tanto los más
amenazados con perder sus puestos, con los consiguientes traumas
personales y dificultades para encontrar un nuevo empleo.
Bajo esas condiciones no es difícil comprender por qué los jóvenes son
los cubanos con menos confianza en el futuro del país, y sienten mayor
deseo de emigrar para encontrar un mejor destino en otras tierras.
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/cuentan-los-jovenes-en-cuba-277963
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