Tuesday, November 26, 2013

El mercado donde los cubanos rezan para que vuelva la abundancia

El mercado donde los cubanos rezan para que vuelva la abundancia
Lunes, Noviembre 25, 2013 | Por Lilianne Ruíz

LA HABANA, Cuba, noviembre 2013, www.cubanet.org.- Atrás quedaron las
imágenes de la abundancia. Dicen nuestros mayores que aquello era un
regalo para los sentidos. En la memoria, despierta la nostalgia de una
especie de paraíso perdido.

El Mercado Único. Amelia, 80 años

–Era una ciudad, una ciudad entera, barato, barato… Todas las viandas y
todas las frutas que querías, frutas cubanas (frutas del caney). Porque
las manzanas las traían los chinos. Eran manzanas de California,
envueltas en papel de china. Tenían un cuño que decía que eran de
California. El pescado era fresco. Pasaban los pescadores con unas cajas
de zinc donde tenían los pescados en hielo. Recibían los embarques de
directamente de los pescadores; dondequiera se podía pescar. La
langosta, si tú querías, te la daban viva. Parguitos coloraditos, eso
era lo más rico de la vida. O una cherna, cortada en ruedas. Había
restaurantes chinos e italianos. Yo recuerdo que, con mi esposo, cuando
íbamos a un Cabaret, parábamos allí, a la 1 o a las 2 de la madrugada, a
tomar una sopa china, y aquello estaba lleno de gente. Todo eso desapareció.

Actualmente, el Mercado Único se llama, a secas, el de Cuatro Caminos.
La segunda planta del edificio está cerrada. Abajo, parece como si los
liliputienses hubieran hecho una "revolución haitiana" y desterrado a
Gulliver. El cuerno de la abundancia solo aparece esculpido en la piedra
de la fachada, e increíblemente permanece intacto. Después de las
reformas "raulistas" con respecto al trabajo por cuenta propia, quedan
negocitos invisibles, como el cambio, afuera, de CADECA, de 90 CUC x 100
USD, o algún que otro vendedor de aguardiente, o rastreador de clientes
para comprar animales al margen de sus lugares de venta.

El edificio se está cayendo. Los techos sobre columnas de acero
–veteranas columnas de Hércules– están humedecidos y el agua empozada
busca escapar por las hendijas, que amenazan con quebrar la estructura.

En un ala del mercado sobrevive la venta de viandas y frutas. Los
vendedores aseguran que se pueden encontrar allí productos que no
existen en otros "agros" de La Habana, como el canistel y la guanábana.
Pero Ángel, un hombre de 70 años, dice: —–Ustedes, los que nacieron
después, no saben lo que son las frutas cubanas. Se les ha empobrecido
hasta el lenguaje por la cantidad de cosas que faltan.

En una entrada por la calle Manglar (hoy Arroyo), han puesto grandes
jaulas con aves de corral, destinadas a la venta. Un muchacho con un
vistoso collar de cuentas rojas y negras viene a nuestro encuentro. Su
nombre es Ronald Rodríguez, pero dice llamarse, en lenguaje ritual, Eshu
bí, que traducido significa Nacimiento de Elegguá. En la mitología
afrocubana, este orisha es el dueño de las encrucijadas. Dándonos la
bienvenida solicita a modo de trueque: "Pongan mi foto en Facebook". Y
declara:

–Nosotros nos dedicamos a vender los animales a los santeros y
religiosos para que ellos hagan sus trabajos para salvar a las personas.

Un vendedor de animales (que ha pedido omitir su nombre) dice que todos
los días van, como promedio, 80 personas a comprar allí. Nos explica que
la cría o la venta de chivos y carneros está prohibida dentro de la
ciudad. Por eso se hace más difícil conseguir los animales, y ahora los
"animaleros" -como se les conoce en las casas de Santería- trabajan por
encargo.

Otro fenómeno interesante en los alrededores del mercado es el circuito
de venta de artículos y accesorios religiosos, propios de la misma
tradición yoruba cubana. Los que antes fueron modestos negocios de venta
de estos artículos, se han convertido en verdaderas boutiques, con
vidrieras donde se expone el arte asociado a los cultos afrocubanos. Una
talla en madera puede costar hasta 900 CUC (equivalente al dólar
estadounidense).

El dueño de una de las tiendas

En la tradición yoruba, en la plaza del poblado se encuentran los vivos
y los muertos. En Cuatro Caminos, los habaneros dan las vuelta a las
cuatro esquina (los cuatro puntos cardinales) pidiendo la bendición a
Olofi y a los espíritus que viven en la plaza. Aquí lo que más compra la
gente es yerba, coco, velas. Los hay que han hecho santo, otros vienen
por yerbas para hacerse un despojo.

Los materiales vienen de México

–Para los trajes de santo, hay modistos. Los materiales los traemos de
México. Los artesanos se dedican a hacer los collares y nos los traen.
Aquí hay casi todo lo que la gente necesita. Todo el mundo tiene
licencia. Antes, los yerberos andaban en carretillas ambulantes hasta
los años 60 y pico. Ahora hay licencia para yerbero. No se puede andar
en carretillas por la calle, pero los yerberos pueden vender en sus
casas. Cuba ha hecho una religión yoruba con una esperanza, de prosperidad".

Cuatro Caminos sigue siendo un lugar privilegiado, un punto de
confluencia desde donde se tiene acceso a cualquier lugar de La Habana.
Por la calle Cristina se llega a la Avenida del Puerto, donde antes
estaba el Ferry, que a diario iba y venía entre La Habana y Cayo Hueso.

Después de 1959, el nuevo Estado revolucionario prohibió la propiedad
privada y las libertades civiles y políticas, en nombre de la seguridad
de una dudosa mayoría. Con esto sucumbieron también la libertad y el
derecho ciudadano.

Source: "El mercado donde los cubanos rezan para que vuelva la
abundancia | Cubanet" - http://www.cubanet.org/?p=53577

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