Malmierca, Mariel, marasmo
JOSÉ PRATS SARIOL | La Habana | 25 Nov 2013 - 8:22 am.
El ministro de Comercio Exterior dijo en Brasil que en Cuba no habrá
otro partido que el comunista. ¿Qué sector duro del poder lo estará
vigilando?
El ministro de Comercio Exterior, Rodrigo Malmierca Díaz, acaba de
declarar en Brasil que Cuba para siempre solo tendrá un partido
político, bajo las siglas PCC. ¿Será que significan Partido Castro
Conservador? Lo cierto es que ha creado un marasmo entre los potenciales
inversionistas. Marasmo: apatía, inmovilidad.
Ignoro cuáles sean los chistes que los funcionarios del Mincex murmuran
en torno a su jefe. Pero sí recuerdo el más escatológico que recibía su
padre, cuando fue ministro de Relaciones Exteriores: Inodoro porque se
llamaba Isidoro. Y luego Masmierda. Porque el segundo apellido no lo
necesitaba aquel "hombre de Moscú": Peoli.
Quizás cuando Rodrigo regrese a La Habana provoque nuevos chistes,
basados en su torpe, rotunda afirmación a la agencia EFE. Si así encara
los negocios, no le vende ni mulatas adolescentes a ciertos italianos
aficionados a los Bunga Bunga.
La evidencia, sin embargo, se aleja del chiste. De tragicómica pasa a
ser patética. Ilustrativa del miedo que siempre ha asolado las almohadas
de los funcionarios de la dictadura, como podría preguntársele a
Robertico Robaina y a Felipito Pérez Roque, soldados de la batalla en el
frente de Exteriores, hasta que fueron defenestrados, groseramente
humillados, convertidos en piltrafas políticas.
¿Por qué Rodrigo Malmierca se sintió obligado —ahora y allí— a ese acto
de fe? ¿Qué dudas ha sembrado? ¿Cuál sector duro dentro del poder lo
tiene enfocado? Y en otro sentido: ¿Acaso se ha excedido en las
concesiones durante su gira —comenzó en China—- para promocionar las
bondades del nuevo puerto de Mariel, de la Zona de Desarrollo Especial?
¿Ha traicionado a corporaciones de militares como Gaviota?
Y tras la aseveración del inmovilismo rojo-leninista, ¿qué podría venir?
Por supuesto: El cantinfleo ante los espantados rostros brasileños, que
ya estaban traduciendo al portugués uno de los Proverbios del infierno
de William Blake: "Del agua estancada espera veneno".
Porque a primera vista las exenciones tributarias y aduaneras que ofrece
el gobierno cubano a 45 kilómetros de La Habana parecen un jugoso bocado
para los inversionistas de cualquier país. Mano de obra calificada,
barata y dócil, es decir: gente pobre pero con escolaridad, sin
presiones sindicales y acostumbradas a obedecer; sitio cercano a los
Estados Unidos: futuro asegurado en la Corriente del Golfo, en la
demanda que sube hasta Nueva York…
Sin embargo, La Zona de Desarrollo Especial —así la bautizaron
oficialmente— alberga muchas dudas derivadas precisamente del PCC, de la
Cuba comunista. ¿O no se llama así y pretende ser para siempre, según
Rodrigo, marcando tarjeta sobre la verdadera cara del régimen?
Porque Cuba no es China. Aun el dueño de un abarrote mexicano acertaría:
Mariel no es Shangai. Y sí: es cuestión de tamaño, la multimilenaria
historieta del grande y el chiquito: real geopolítica caribeña sin
manejos nacionalistas y demagogia de politiqueros. Además, China como
superpotencia cumple sus contratos. Y Cuba es famosa por lo contrario,
como puede testificar el Club de París —deuda impagable— o muchos
comerciantes entre los que alguna vez metieron pata y dinero en la isla.
Aún así, claro está, habrá inversiones de alto riesgo o de rápido
reembolso, pero ni soñar con las que potenciaría un estado de derecho
adscrito de verdad a las leyes del comercio internacional. Serán pocas
las maquiladoras y demás industrias ensambladoras o almacenes, porque
hay sitios tan baratos y con menos disparates, sin el hostil embargo de
la primera potencia mundial; carentes de presiones estatales o de tanta
corrupción entre intermediarios.
Las más fuertes tendrán seguros de sus respectivos Estados, porque de lo
contrario habría que ser oligofrénico, testaferro para lavado de dinero
o agente encubierto de algún apellido gobernante (que de todo debe de
haber). En fin: poco y barato en la Zona de Desarrollo Especial, por si
las moscas.
Los presuntos inversionistas cubanos del exilio —sobre todo los del sur
de la Florida—, con la astucia de estar allá dentro antes del cambio, y
la hipocresía de que así contribuyen a la transición, también debieran
leer las respuestas coaguladas del ministro en Brasil.
Quizás el dinero no huela, pero abundan quienes lo cuidan más que a la
mujer o al marido… Malmierca Jr. o II abrió la fosa unipartidista.
Podrán los capitalistas taparse la nariz, pero no el bolsillo. El
marasmo de Mariel —por ahora, hasta que avancemos a la democracia—
empieza con eme.
Source: "Malmierca, Mariel, marasmo | Diario de Cuba" -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1385247839_6053.html
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