La UE desembarca con sigilo en Cuba
Bruselas negocia un marco de relaciones con La Habana para influir en su
futuro
JUAN JESÚS AZNAREZ Madrid 18 NOV 2014 - 21:46 CET35
Hace casi 20 años, después de que la pérdida de los subsidios soviéticos
estuviese a punto de punto de finiquitar la Revolución Cubana, era
frecuente que Fidel Castro recibiera condescendientemente a los
gobernantes europeos y latinoamericanos que le instaban a democratizar
el régimen. Les escuchaban con la bíblica paciencia de Job, según propia
confesión. "No se trata de que te vayas, Fidel", vino a decirle un
presidente con el que tuvo una relación amistosa. "La historia te
recordará con honores si lideras una transición hacia el pluripartidismo
y tú permaneces en la jefatura del Estado simbólicamente, como el rey de
España, que reina pero no gobierna". Obviamente, la propuesta no cuajó
porque, como respondió Castro en la IX Cumbre Iberoamericana de 1999,
celebrada en La Habana, "es imposible que Cuba abandone los caminos de
la revolución y el socialismo".
Aunque desde entonces no ha habido variaciones en el encastillamiento
del hegemónico Partido Comunista de Cuba (PCC), los cambios
socioeconómicos registrados en los últimos años en la isla parecen haber
convencido a la Unión Europea de que es mejor acercarse a los cubanos
que darles la espalda. El ministro español de Exteriores, José Manuel
García-Margallo, visitará el lunes la capital cubana para aplaudir la
liberalización económica y estrechar alianzas donde sea posible, pero
sin apremiar cambios políticos porque sabe que, a corto plazo, no están
previstos.
Tampoco apresuraron a Raúl Castro otros visitantes comunitarios más
madrugadores. Contrariamente a las peregrinaciones internacionales por
la liberación de presos políticos de los años ochenta y noventa, los
ministros europeos, diputados y funcionarios de Bruselas que viajan
ahora a la mayor de las Antillas lo hacen con expectativas menos
acuciantes: se trata de participar en una eventual transición de mayor
calado, con una eventual autorización del asociacionismo.
Hacía más de 10 años que un miembro del Gobierno británico no aterrizaba
en Cuba, y en octubre lo hizo el secretario de Estado de Exteriores,
Hugo Swire. Llevaba una agenda parecida a la que tendrá Margallo: poco
belicosa, escorada hacia las coincidencias, las inversiones, las
alianzas internacionales y los asuntos bilaterales. Lo hizo sin plantear
entrevistas con la oposición como condición sine qua non, porque el
régimen insistió en que los disidentes ya pueden salir de Cuba. En lo
que va de año han viajado también a la isla el canciller francés,
Laurent Fabius, y el entonces jefe de la diplomacia holandesa, Frans
Timmermans, actual vicepresidente de la Comisión Europea. "Es mejor el
diálogo que el enfrentamiento", declaró entonces Timmermans, el primer
miembro de un Gobierno holandés en visitar La Habana desde 1959. Cuba es
el único país de América Latina con el que la UE no tiene un acuerdo
bilateral porque aplicó desde 1996 la llamada Posición Común concebida
por José María Aznar, que condicionaba las relaciones con la isla a los
avances democráticos y en materia de derechos humanos.
Vencidas las resistencias a la flexibilización de Polonia y República
Checa, por su pasado comunista, en abril comenzó el diálogo entre La
Habana y la UE para alcanzar un nuevo acuerdo de cooperación económica y
política. El proceso está siendo viable porque Estados Unidos, cuyo
presidente, Barack Obama, es más proclive al entendimiento, no ha
pretendido bloquearlo, contrariamente a lo ocurrido bajo la
Administración del republicano George Bush (2001-2009), que bendijo la
Posición Común. Puede ocurrir, además, que la pérdida de la mayoría
demócrata en el Congreso lleve a Obama a utilizar sus poderes ejecutivos
para aprobar medidas más audaces hacia la normalización diplomática con
la estratégica isla. Sin renunciar al objetivo de la democracia y las
libertades pretendido por Bruselas, el propósito comunitario es concluir
a finales de 2015 un marco de relaciones que permita una interlocución
bilateral más fluida.
"Europa puede desempeñar un papel central en el futuro de Cuba
aprovechando que la imagen de EE UU está muy deteriorada en la isla por
los años de política agresiva", sostiene William M. Leogrande, profesor
de la American University de Washington y especialista en asuntos cubanos.
Los promotores de arrumbar la iniciativa de Aznar argumentan igual que
los detractores del embargo: las sanciones no han funcionado. De hecho,
el comercio entre los diferentes países de UE y Cuba ha alcanzado ya los
2.500 millones de euros. "Como país que se independizó tarde y que cayó
después en el tutelaje de EE UU, Cuba no reacciona bien a las presiones
extranjeras, las desafía, y actúa a veces contra sus propios intereses",
agrega Leogrande en un artículo publicado por la London School of Economics.
De buen grado o a la fuerza, Cuba ha aprobado iniciativas que complacen
a la UE y parece haber dejado atrás la ortodoxia económica soviética. La
política permanece inalterable. En 2010, la mediación de España y la
Iglesia católica llevó a la liberación de más de 100 presos políticos.
El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero presionó en Bruselas en
contra de la Posición Común, y el de Mariano Rajoy no ha obstaculizado
las negociaciones en curso. Las relaciones entre la UE y Cuba han
entrado en una fase de mayor entendimiento.
Source: La UE desembarca con sigilo en Cuba | Internacional | EL PAÍS -
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/11/18/actualidad/1416343567_880026.html
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