La Habana vieja que esconden a los turistas
Los turistas que caminan por la restaurada calle Obispo, solo miran las
candenciosas caderas de las mulatas. Las calles aledañas esconden el
daño, la miseria, el abandono
jueves, abril 2, 2015 | Víctor Ariel González
LA HABANA, Cuba -Por la vieja calle de Obispo miles de caminantes van y
vienen a diario. En unos pocos metros, los turistas, que allí
constituyen mayoría, son acosados por vendedores de suvenires o meseros
de cualquier bar donde suenen el Chan Chan o la Guantanamera. Hay todo
tipo de pequeñas tiendas, parques y hoteles. En su hora pico, por esta
vía peatonal cuesta abrirse paso entre el tumulto.
Sin embargo, hacia uno y otros lados de este paseo turístico el panorama
es completamente distinto. Las calles de la Habana Vieja paralelas a
Obispo no han sufrido la misma suerte de su vecina, e incluso aquellas
que la cruzan muestran huellas de una destrucción tan hiriente que
parece responder a un plan maestro de vandalismo institucionalizado. Tal
es el caso de Villegas, una de las primeras que atraviesan la vitrina
del Casco Histórico.
En la misma esquina, donde radica una heladería, una loma de escombros
descansa frente a un oscuro y apestoso charco. Al llevar la vista un
poco más allá, se ve toda una cuadra que ha sido excavada y la tierra
asoma, donde bultos de basura se acumulan aquí y allá junto a manojos de
cables. Quienes caminan por aquí deben sortear todos los obstáculos
imaginables. El espectáculo es deprimente, y contrasta con las
exquisitas tiendas de Fariani o Ted Lapidus, a escasos metros de distancia.
"Hará cosa de cinco o seis meses que vinieron y levantaron esto",
describe Yenisel, que cada cierto tiempo acude a una peluquería ubicada
en esta misma cuadra. Frente al local ahora hay un hueco tan grande que
en los días de lluvia "se convierte en un foso", dice la entrevistada,
quien prefiere no brindar más señas que su nombre de pila.
A los vecinos no les han dicho nada sobre la fecha en que concluyen las
obras. Pese a que es miércoles, no hay rastros de ningún trabajador por
la zona. "Ya se ha hablado con los responsables y siempre nos dicen que
casi se va a arreglar, pero luego te dicen que se rompió este o aquel
equipo", se queja otro vecino, que solicita anonimato total.
El Casco Histórico es una zona turística que funciona a manera de feudo,
atendido directamente por altas esferas estatales. Constituye una zona
estratégica, económicamente hablando. Las obras forman parte de la
"modernización" de redes que tiene lugar en La Habana Vieja. En varias
de sus calles se han abierto zanjas y desenterrado los viejos conductos
de electricidad y gas. Monserrate, por ejemplo, también ha visto uno de
sus tramos afectados, cortando la circulación hacia el túnel de la Bahía
y desviándola hacia Prado.
Estos trabajos no deberían llevar demasiada complicación. Pero en Cuba,
la solución de un problema cualquiera suele generar decenas de
conflictos y daños colaterales.
Por ejemplo, en lo que han demorado para llevarse los viejos registros,
poner nuevas redes y taparlas, sobre los escombros de Villegas y Obispo
se han ido acumulando los desechos domésticos. A falta de suficientes
contenedores, no es de extrañar que bajo el ardiente sol del eterno
verano insular se formen nubes de moscas sobre la pudrición, que no
tarda en aparecer. La peste es insoportable, y más vale pasar de largo
rápido.
Lo otro son las nubes de polvo que se levantan desde los escombros en
los días secos y de viento. Sin duda los habitantes de la zona están
respirando una atmósfera cargada de materiales de construcción –¿o de
destrucción? –, algo que puede provocar asma y otras reacciones
adversas, además de la suciedad volante que termina posándose en todas
partes.
Además de los daños a la salud y la violación al derecho a vivir en una
comunidad limpia, hasta la industria turística se ve afectada pues no
resulta nada edificante transitar por un campo de ruinas.
Aparte de los restos que deja el paso del tiempo, ensañado con la ciudad
vieja, constituye una regularidad que cualquier labor de mantenimiento
provoque todavía más destrucción. Pero tal vez los vecinos de Villegas
tengan suerte, porque a fin de cuentas, no conviene que los visitantes
extranjeros vean una ciudad tan repulsiva. Por tal de guardar las
apariencias en la cercana Obispo, seguramente serán de los primeros en
ver la luz al final del túnel, o en la boca de los enormes huecos que
hoy yacen abandonados a su suerte.
Source: La Habana vieja que esconden a los turistas | Cubanet -
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