Esperando los cruceros en Cuba y los ferris tendrán que aguardar
El gobierno de La Habana solo aprueba aquellos negocios donde sus
corporaciones militares obtengan elevados beneficios. Un holding que
controla el 75% de la economía nacional.
Iván García Quintero
octubre 26, 2015
La Habana - Una tarde calurosa de septiembre llegó una brigada de
desguace de Habaguanex, y en poco más de dos horas, desmanteló los tubos
de aluminio y toldos de tres bares al aire libre en la Avenida del
Puerto, donde habaneros y turistas solían beber cerveza o comer pollo
frito entre músicos ambulantes y prostitutas a la caza de clientes.
El olor a fritanga se combinaba con los pregones de vendedores
ocasionales y el nauseabundo olor de la contaminada bahía habanera.
Precisamente el derrame de residuos fue el pretexto de los mandarines
que controlan la caja de caudales en la parte antigua de la ciudad, para
desmontar el tinglado gastronómico, un par de baños portátiles y, de
paso, enviar al paro a tres docenas de trabajadores. Pero los verdaderos
intereses eran otros.
Llamémosle Mario, un burócrata de la corporación Habaguanex, cuenta:
"Los negocios adyacentes al puerto son controlados por empresas
militares. Desde el alquiler y gravámenes en el viejo almacén de San
José, ahora reconvertido en un mercado de artesanías, hasta hostales,
cafés, restaurantes y tiendas. Existe un plan maestro para convertir el
puerto en una plaza turística que ofrezca esparcimientos y servicios a
los excursionistas de cruceros".
En 2014, otro antiguo almacén de la zona portuaria se transformó en una
casa de cervezas. Y es inminente la inauguración de un paseo marítimo
justo frente a la Alameda de Paula.
También se han reparado y ampliado tramos de la vía, se han plantado
palmeras y colocado una iluminación moderna en el separador de la
avenida. El área que ocupaban los bares ambulantes se despejó, para
ofrecer mayor espacio a futuros turistas.
"Van a reubicarlos en otros sitios. Quieren que la vista que ofrece la
entrada de la bahía y el Cristo de Casablanca no sea interferida. Para
2016 se espera recibir más de 70 mil turistas de cruceros", señala Mario.
El régimen está apostando fuerte por el turismo de cruceros en Cuba. De
la hoja de ruta del presidente Obama, interesada en empoderar a los
emprendedores privados y a los cubanos de a pie, a la autocracia solo le
importan aquellos negocios donde el gestor sea el Estado.
O para ser más exacto, las empresas militares. Luis Alberto Rodríguez
López-Callejas, yerno de Raúl Castro (aunque algunos rumores indican que
se separó de su hija Deborah), es una especie de Martín Borman tropical
que maneja el tesoro del tejido empresarial del ejército al mando del
holding GAESA.
Indagar o conocer el volumen de dinero que manejan y cómo se utilizan
esos fondos es secreto de Estado. Los generales reconvertidos en hombres
de negocios han sustituido sus uniformes por guayaberas blancas. El 80
por ciento del Consejo de Estado y los principales puestos en la
economía nacional son controlados por las fuerzas armadas.
Después que el Departamento del Tesoro de Estados Unidos concediera
licencias para que reconocidas compañías de crucero puedan tocar puertos
cubanos, los halcones se frotan las manos.
Raúl Castro es un experto del camuflaje de intenciones. También ha sido
hábil en desmontar, piedra a piedra, el pernicioso voluntarismo de su
hermano. Cambió los muebles, pero mantiene el decorado.
Al igual que Fidel Castro, ha potenciado mecanismos paralelos en la
economía y cotos privados donde sus presupuestos no se discuten en el
dócil parlamento local. Castro I fue un acérrimo enemigo de los cruceros
y los prohibió en 2005. Argumentó que eran una horda de turistas
borrachos con poco dinero que ensuciaban la bahía (aún más) con latas de
cerveza y otros desechos.
Pero el comando de Raúl Castro piensa diferente. El proyecto a mediano
plazo es que los turistas estadounidenses sean un motor que catapulte a
Cuba como la mayor potencia turística del Caribe. Aunque la actual
infraestructura hotelera no satisface la demanda. "Cada vez que arriba
un crucero al puerto, desaparece la cerveza, el ron y el agua mineral de
las tiendas en la Habana Vieja. Alucinamos con la idea de que cuatro o
cinco millones de americanos viajen a la isla, pero no hemos invertido
lo suficiente en alojamientos ni servicios ", señala Fernando,
funcionario de turismo.
El 17-D ha dejado en tanga al aparato propagandístico del castrismo.
Durante décadas, vendió la narrativa de que la revolución era de los
humildes, por los humildes y para los humildes.
Pero un grupo de medidas dictadas por Raúl Castro lo pone en entredicho.
Si alguien ha sido el gran perdedor de las tímidas reformas económicas
en los últimos ocho años han sido los más pobres, sobre todo los
ancianos. Sin ruborizarse, la autocracia verde olivo ha implementado
medidas impopulares que perjudican a la población.
Las tasas impositivas de la Aduana, el gravamen estratosférico a las
mercancías vendidas en las tiendas por divisas y favorecer el turismo de
cruceros sobre el transporte por ferry entre La Habana y la Florida, que
permitiría un mayor trasiego de bienes que aliviarían las penurias de
muchas familias cubanas, es una evidencia de que el régimen gobierna
solo pensando en sus beneficios corporativos.
La Casa Blanca ha emitido más de 15 "licencias específicas" para
servicios de ferry de pasajeros a Cuba, pero no podrán operar de manera
inmediata porque hace falta "crear infraestructuras" en la isla,
afirmaron a principios de octubre fuentes del Ministerio de Transporte.
En una clara táctica dilatoria, las autoridades alegan que necesitan
tiempo para crear una infraestructura adecuada para recibir ferris. José
Ignacio, experto en servicios portuarios, piensa diferente.
"Es una contradicción que el gobierno diga que no tiene infraestructura
para recibir ferris y salten de alegría por el arribo futuro de
cruceros. La realidad es simple: los cruceros dejan dólares constante y
sonante. Los ferris, por ser más económicos y poder acarrear hasta 200
libras por pasajero, potenciarían los viajes de cubanos radicados en
Miami que con sus paquetes benefician a sus parientes. La estrategia
oficial es que se envíe todo el dinero que se quiera, para que la gente
se vea obligado a comprar en tiendas del Estado", afirma José Ignacio.
Bajo cuerda, en Cuba se edifica un mercantilismo estatal regido por el
silencio y la falta de transparencia. El peor capitalismo posible.
Source: Esperando los cruceros en Cuba y los ferris tendrán que aguardar
-
http://www.martinoticias.com/content/cuba-cruceros-ferris-negocios-/107738.html
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