Inversiones, Economía, Cambios
La nueva ley y el próximo desastre
La ley de inversiones y las trampas del régimen
Eugenio Yáñez, Miami | 27/03/2014 10:30 pm
Este fin de semana la siempre unánime Asamblea Nacional del Poder
Popular aprobará la nueva ley de inversiones, más anunciada que circo en
pueblo de campo y más demorada que un ómnibus en La Habana.
El jefe de la Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos de la
Asamblea Nacional fustigó la supuestamente falsa idea de que los
diputados levantan su brazo para aprobar las leyes sin conocer su
contenido. Dijo que desde hace días esos diputados recibieron la
propuesta de ley para su estudio. Así que sabemos que esta vez la
aprobarán conociendo el contenido, aunque eso no importa, porque es
imposible que en el muy democrático parlamento cubano alguien se atreva
a votar en contra o abstenerse en una propuesta presentada por el régimen.
Se supone que la nueva ley supere a la de 1995, en pleno Período
Especial bajo la férula de Fidel Castro, donde a pesar de la enorme
necesidad de capital que asfixiaba al país establecía limitantes y
regulaciones no atractivas a grandes inversionistas. Tras aquella ley,
además de capitales españoles en el turismo, canadienses en la minería,
y otros casos puntuales, llegaron a Cuba mercachifles, buhoneros,
titiriteros, vendedores de humo y otros "inversionistas" buscando lucrar
con las necesidades del pueblo en complicidad con la dictadura, no
pretendiendo asociaciones comerciales que reportaran ventajas a los
cubanos de a pie.
Hay que decir "se supone" al referirse a la nueva ley porque aun no se
conoce todo sobre ella. Como dijo el Primer Vicepresidente Miguel
Díaz-Canel, la prensa del régimen "a veces no dice toda la verdad".
Obviando el eufemismo del "a veces", está claro que hay vacíos
informativos intencionales en la prensa amaestrada y, por tanto, es
difícil conocer realidades de la Isla limitándose a informaciones oficiales.
Dicen los alabarderos del régimen que "más capitales extranjeros
significan un aumento de productividad y empleos en la Isla, que a su
vez llevan a un aumento de exportaciones que traen moneda dura y menos
importaciones que se tragan el dinero". Perogrullada, y claro ejemplo de
trampa al no decir toda la verdad: esa secuencia no es forzosa; ocurre
si funciona adecuadamente la gestión de la economía, tarea en la que el
régimen no se ha destacado positivamente en más de medio siglo.
No hay razones, más allá de la utopía o la propaganda barata, para
considerar que esta vez sería diferente. La corrupción rampante y las
indefiniciones jurídicas hacen pensar varias veces las cosas a
potenciales inversionistas. El vacilante arranque y primeros pasos de la
Zona de Desarrollo Especial Mariel es un éxito solamente en la
propaganda oficial y en los comentarios de los sicarios verbales del
régimen. La sombra de la doble moneda y el secretismo sobre su
eliminación no contribuye a estimular la confianza de eventuales
emprendedores, sino todo lo contrario. Así que por mucho que Brasil
insista en ayudar, el régimen tendrá que actuar con realismo para lograr
algo que valga la pena.
Un ex-viceprimer ministro tronado, resucitado en estos tiempos alrededor
de la nueva ley, dijo que la legislación propuesta "ampliará el carácter
complementario de las inversiones extranjeras", lo que significa que a
pesar del discurso oficial y las necesidades de capital, las inversiones
estatales serán fundamentales y las extranjeras "complementarias", aun
si nadie sabe cómo se financiarán las estatales.
La antigua ley todavía vigente limita al 49 % la propiedad extranjera en
empresas mixtas, y el gobierno controla el 51 %. Hay que ver si el
referido "carácter complementario" de las inversiones extranjeras se
expresará en limites al porcentaje de propiedad en cada empresa o habrá
empresas con mayor porcentaje de capital extranjero, quedando lo del
carácter complementario en la proporción global entre inversión estatal
y extranjera.
En un artículo de oncubamagazine.com titulado "Cubanos residentes en el
exterior podrán invertir en Cuba", se señala que los extranjeros podrán
invertir en todos los sectores, con excepción de los servicios de salud
y educación y las instituciones armadas.
Un punto caliente es el de la posibilidad de los cubanos de invertir.
Para los residentes en Cuba parece casi imposible por el carácter
"socialista" del régimen, pero entre cubanos en el exterior han surgido
expectativas, desde grandes capitalistas hasta quincalleros aspirando a
financiar inversiones familiares en pequeños negocios, estimulados por
análisis de supuestos expertos en el tema. La Ley de 1995 dice que el
inversionista extranjero es una "persona natural o jurídica con
domicilio y capital en el extranjero". De aquí algunos deducen que esa
definición incluye explícitamente a los cubanos residentes en el
exterior, que sin embargo no han podido hacerlo nunca.
Habrá que ver. El régimen nunca ha mostrado demasiado interés en
permitir inversiones de cubanos residentes en el exterior —de "los
gusanos"— pues las ve como amenazas a su poder absoluto y grieta en su
caparazón ideológico. De admitir algunas ahora, por la desesperada
necesidad de capitales, lo haría a regañadientes y con una enorme carga
de condicionamientos concretos y específicos.
Finalmente, otro punto candente tiene que ver con la contratación de los
trabajadores. Hasta ahora el inversionista extranjero solicita sus
necesidades de trabajadores a una empresa estatal que se los asigna. El
extranjero paga a la empresa estatal los salarios de esos trabajadores
en moneda libremente convertible, y entonces la empresa paga a los
trabajadores en pesos cubanos, en la cantidad que estime e
independientemente de lo que el inversionista extranjero haya pagado por
el trabajo de los cubanos, de manera que la empresa estatal se apropia
escandalosamente de la diferencia. Eso no lo menciona la prensa oficial
cubana, porque "a veces no dice toda la verdad".
Ese mecanismo se mantendría. Sin embargo, según una directora del
Ministerio de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, y el periódico
Juventud Rebelde, con la nueva ley las empresas estatales intermediarias
"ya no buscarán ganar dinero" (¿entonces existirían solo para el control
político?), lo que implicaría "un sustancial aumento del pago a los
cubanos contratados por los inversores extranjeros". De ser así, quienes
trabajen para inversionistas extranjeros verían incrementarse sus
salarios, lo que ampliaría las diferencias sociales con quienes no
tengan ese privilegio.
Ya el fin de semana los diputados aprobarán unánimemente la nueva ley de
inversiones, y nos iremos enterando poco a poco de qué fue lo que resultó.
Poco a poco, porque recordemos que la prensa cubana "a veces no dice
toda la verdad".
Source: La nueva ley y el próximo desastre - Artículos - Cuba - Cuba
Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/la-nueva-ley-y-el-proximo-desastre-317461
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