Una contradiccion en la Carta de los 40
KAREL BECERRA | Buenos Aires | 4 Jun 2014 - 12:42 pm.
Las ayudas tecnológicas a Cuba deberían centrarse en los usuarios
finales. Lo demás es ayudar al régimen a reprimir.
La Carta abierta a Obama sobre la flexibilización del embargo a Cuba,
firmada por 40 importantes figuras políticas, ha tenido notable
circulación en los medios. En la misiva, se propone al presidente
estadounidense que tome medidas para ayudar a la sociedad civil y a los
emprendedores cubanos.
El tema es debatible pues en primera y última instancia es la dictadura
castrista —como cualquier otra dictadura en el mundo— la que decide el
nivel de libertad que permite a los ciudadanos en un momento político
determinado. En Cuba, cada vez que le ha convenido, el régimen ha dado
ciertas libertades, pero solo para volver a quitarlas, por lo que es
difícil concebir cambios auténticos y permanentes en el país si éstos no
están garantizados por transformaciones legales, institucionales y
políticas.
En el caso de la Carta, quiero señalar una contradicción que demuestra
que quienes firmaron ese documento no parecen estar suficientemente
informados de la realidad cubana. Entre sus peticiones al presidente de
los Estados Unidos, está la de que permita la "venta de torres
telefónicas". Esta solicitud es como plantearle al presidente Obama que
ayude a los cuerpos represivos castristas a ser más eficiente en la
vigilancia y represión de los cubanos demócratas.
Las comunicaciones telefónicas en Cuba están controladas por la empresa
ETECSA, un monopolio estatal. Esta compañía tiene muy baja densidad de
cobertura porque cuenta con apenas poco más de 300 bases en todo el
país. Esto, a su vez, le limita la posibilidad de localizar con
exactitud a una persona que posea un teléfono móvil, pues es el número
de antenas lo que facilita la técnica de "triangulacion", por medio de
la cual los cuerpos represivos pueden saber, por ejemplo, dónde se halla
un opositor.
Actualmente, cuando una persona con un teléfono celular se mueve por la
zona del Vedado, en La Habana —una de las de mayor cobertura móvil en
Cuba—, puede hacerlo con determinada libertad, pues el rango de
localización electrónica del Gobierno es mayor a un kilómetro. En la
primera imagen ilustrativa, al pie de este texto, la policía secreta no
podría saber con exactitud dónde se encuentra el individuo. Lo mismo
podría estar en el Hospital Cira García, en la zona de la embajada de
Canadá, en el restaurante Vistamar o simplemente caminando por la 5ta
Avenida.
Si los 40 firmantes de la carta convencieran a Obama de vender más
antenas a la dictadura, la capacidad para ubicar a un opositor
aumentaría considerablemente. El Gobierno podría llegar a saber con una
exactitud de metros dónde están uno o varios opositores reunidos o hacia
dónde se dirigen. No solo por el aumento de la densidad de torres sino
por el uso de antenas con tecnología moderna o "sectores". El Gobierno
podría fácilmente seguirle la vida y los pasos a cualquier cubano del
que sospechara infidelidad política. Y no hay dudas de que lo va a hacer.
Los técnicos de la policía secreta castrista utilizaron la inexacta
tecnología que tienen para localizar los movimientos de los dirigentes
opositores Oswaldo Paya y Harold Cepero, en un operativo de vigilancia y
seguimiento en que ambos perdieron la vida en un misterioso "accidente".
Con la nueva tecnología que se le pide a Obama que permita vender a La
Habana, se podría vigilar con exactitud los pasos de los extranjeros que
vayan a apoyar a la oposición democrática. Y con toda seguridad, los 40
firmantes estarían en la lista de objetivos a seguir. Esta poderosísima
arma en permitiría además al régimen hacer un seguimiento a distancia,
evitando sospechas e incluso ahorrando recursos.
Una alternativa
Las dictaduras no temen a la tecnología per se, sino a que ésta se
encuentre en manos de la sociedad. Este debería ser el enfoque de los
pedidos; liberar tecnología que llegue directamente a la sociedad.
Partiendo de una idea elemental: tecnología para consumidores finales.
Esto incluiría teléfonos satelitales, dispositivos para redes
inalambricas, multiplicadores de señal, receptores satelitales,
dispositivos para encriptar y transportar datos.
Lejos de pedir "licencias de mercadeo y ventas", el foco debió estar en
promover viajes de entrenamiento que permitan a emprededores construir
redes wifi encriptadas. En grandes ciudades y con altos volumenes de
densidad poblacional, estas redes serían imposibles de desmantelar y
podrían proveer a la sociedad de una internet paralela a bajo costo.
La carta de estas más de 40 personalidades al presidente Obama
pidiéndole que flexibilice su política hacia el régimen castrista puede
estar llena de buenas intenciones, pero quienes la escribieron
demuestran una ignorancia inexplicable. La petición de vender tecnología
moderna directamente al régimen, tecnología que será inmediatamente
usada para mejorar la represión y hacer más difícil la lucha por la
libertad y la democracia de Cuba, es uno de los aspectos cuestionables
de ese documento.
Source: Una contradiccion en la Carta de los 40 | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1401874049_8884.html
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