El largo camino al capitalismo
ROBERTO ÁLVAREZ QUIÑONES | Los Ángeles | 3 Jul 2014 - 9:27 am.
La decisión de la dictadura de ceder a manos privadas la gestión de los
centros gastronómicos es la aceptación formal del fracaso del socialismo
en la Isla.
A corto plazo no habrá propiedad privada en Cuba salvo para los miembros
de la casta cívico militar, que ya se entrenan para establecer su
capitalismo de Estado.
Un refrán muy conocido y una frase polaca expresan muy bien lo que
ocurre con las llamadas "reformas" de Raúl Castro. "Tanto nadar para
morir en la orilla", dice una, y la otra es la definición de comunismo
que a escondidas del gobierno en los años 80 corría de boca en boca en
toda Polonia: "Un largo y tortuoso camino que va del capitalismo al…
capitalismo".
La reciente decisión de la dictadura castrista de poner en manos "no
estatales" la gestión —que no la propiedad, que sigue siendo del Estado—
de cafeterías, restaurantes y demás establecimientos de servicios
gastronómicos, personales y técnicos, es la aceptación formal del
fracaso del socialismo en la Isla.
Constituye además el funeral de la Ofensiva Revolucionaria de Fidel
Castro, en virtud de la cual fueron estatizados o suprimidos los 57.280
pequeños negocios y oficios por cuenta propia que hasta el 13 de marzo
de 1968 había en el país.
Castro le subió entonces la parada al Che Guevara, quien varios años
antes había sido el verdadero artífice de la implantación del modelo
económico estalinista y los monopolios por ramas económicas, o sea, las
funestas empresas consolidadas.
'Revolución cultural' castrista
Aquello fue la versión cubana de la "revolución cultural" maoísta.
Castro estaba inmerso en su lucha contra el capitalismo y las tonterías
del "hombre nuevo". De inmediato cayó brutalmente la disponibilidad de
alimentos de la población, que ya era precaria desde la estatización del
80% de las tierras cultivables, y se disparó el deterioro progresivo del
nivel de vida hasta colocar a Cuba junto a Haití, Nicaragua y Honduras,
entre las cuatro naciones más pobres de Latinoamérica.
El argumento del dictador para confiscar desde las bodegas de barrio
hasta los puestos de frita y las tijeras de los barberos fue que los
cuentapropistas eran unos "holgazanes en perfectas condiciones físicas,
que montan un timbiriche, un negocio cualquiera, para ganar 50 pesos
todos los días". Y remató: "Debemos ir proponiéndonos, firmemente, poner
fin a toda actividad parasitaria que subsista en la revolución...,
¿vamos a hacer socialismo o vamos a hacer timbiriches?"
Lo curioso es que el propio Castro había sido un "holgazán", pues
cuentan varios de sus colegas de estudios universitarios que en los años
40 él tuvo un puesto de fritas con un socio en la céntrica esquina de
Infanta y San Lázaro, aunque solo se presentaba en el lugar a buscar el
importe de la venta de cada día.
Pues bien, el "parasitismo" está de vuelta cuatro décadas después,
porque el barco socialista se hunde sin remedio y no se puede ya
disimular más y afirmar que navega como el velero bergantín de Espronceda.
Esta muy tardía rectificación, siendo una buena noticia, no lo es del
todo, pues no se le devuelve la propiedad a sus dueños expropiados hace
46 años, o a sus descendientes, ni los establecimientos se venderán a
nadie. No habrá realmente privatización. La resolución del Consejo de
Ministros establece que el Estado sigue siendo el propietario y que el
Gobierno le rentará a particulares los inmuebles y equipos y les venderá
enseres, útiles y herramientas para que operen esos negocios.
Obviamente la intención del régimen es fomentar cooperativas en los
restaurantes y cafeterías y centros de prestación de ciertos servicios a
la población. Eso encaja bien con los planes ya en marcha para el
postcastrismo. A corto plazo no habrá propiedad privada en Cuba para los
ciudadanos de a pie, sino solo para los miembros de la casta cívico
militar y sus familiares que ya se entrenan para establecer en la Isla
un modelo de capitalismo de Estado fuertemente controlado por ellos.
Fuerzas productivas constreñidas
Al no permitirse la propiedad privada no se liberan las fuerzas
productivas de la industria, los servicios y la agricultura. Así no se
puede salir de la pobreza, ni reconstruir la devastada economía cubana.
Y se condena a "volar muy bajo" a los pequeños negocios permitidos.
Sin el fomento de un vigoroso sector privado se sigue estrangulando la
ley universal de "el ojo del amo engorda al caballo", que es la
antítesis de los sistemas colectivistas en cualquiera de sus
manifestaciones, ya sea socialista utópica, comunista, fascista, o el
modelo cooperativista de autogestión que fracasó en la antigua Yugoslavia.
A lo largo de la historia humana los proyectos de sociedades ideales
basados en el colectivismo comunal o estatal han fracasado todos sin
excepción, debido a que niegan la naturaleza humana. Lejos de impulsar
el desarrollo y el bienestar de la gente, lo frenan.
Y es lógico. Si en un grupo humano los más talentosos, productivos y
esforzados en el trabajo tienen que sostener con el fruto de sus
innovaciones, su abnegación y su trabajo "fuera de serie" a los menos
capaces y a quienes no se esfuerzan mucho, no hay incentivo para seguir
poniendo ese "extra" ingenioso y eficiente. Y ese "extra" fue el que
edificó el mundo moderno que hoy conocemos, y que no existiría de haber
tenido éxito la República colectivista que propuso Platón hace 25 siglos.
Por eso esta medida del gobierno raulista de regresar al 12 de marzo de
1968 (antes de la "ofensiva" fatal) como hecho positivo se queda a mitad
del camino. Y allí estará mientras la propiedad continúe siendo estatal.
Lo malsano del caso es que la cúpula dictatorial está convencida de que
la restauración de la economía de mercado será realidad en Cuba, pero
quiere que sean los nuevos "burgueses revolucionarios" quienes controlen
el poder económico y político, las fuerzas militares y represivas. En
ese proyecto no hay espacio para la gente común.
Todos sabemos que eso será imposible y que el capitalismo "normal",
tarde o temprano, se impondrá en la Isla. Pero la mafia cívico-militar
que se apresta a relevar a la actual gerontocracia en el poder pretende
monopolizarlo y servir en la mesa una hibridación de capitalismo de
Estado con rasgos fascistas, chinos, y de la Rusia postsoviética.
De controlar finalmente el país esa oligarquía cívico-militar, no se va
a culpar a los Castro y a los históricos de la Sierra Maestra por el
cataclismo social, económico y humano causado en la mayor de las
Antillas, ni se va a reconocer que la revolución socialista cubana fue
la expresión caribeña de la Gran Estafa, la monumental denuncia del
sistema comunista que a mediados del siglo XX hizo Eudocio Ravines.
Así ha sido en China. Casi 40 años después de la muerte de Mao Tse Tung,
su foto gigante sigue dominando la colosal Plaza Tianamen en Beijing. El
"Gran Timonel" aún no ha sido responsabilizado por la muerte de 65
millones de chinos, entre fusilados y muertos de inanición por la
colectivización forzosa de las tierras.
No obstante, para decirlo a la manera de Galileo, "eppur si muove". La
decisión de dejar en manos privadas la gestión de los restaurantes y
cafeterías se inscribe en el inevitable proceso de regreso de la
sociedad cubana al capitalismo. Eso ya no puede ser detenido. Lo que
pasa es que se trata de un camino "largo y tortuoso", como bien decían
los polacos.
Source: El largo camino al capitalismo | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1404372458_9341.html
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