El lejano sueño de comprar un auto en Cuba
Hay solo 11 agencias estatales de ventas en todo el país para los 11
millones de habitantes de la isla, los mismos concesionarios que podría
haber en una modesta ciudad latinoamericana.
julio 11, 2014
No es el típico concesionario de automóviles. Ubicado a pocos metros del
mar, decenas de vehículos fueron estacionados en un amplio terreno y
lucen cubiertos de polvo bajo el intenso sol caribeño. Algunos se ven
oxidados y un custodio, sentado y con cara de aburrimiento, espera a
unos clientes que no se ven por ninguna parte.
La lista de precios, colgada en una cerca de alambre verde, explica el
porqué de las ausencias de compradores: un Citroen C3 compacto, usado,
de seis años de antigüedad, cuesta 46.000 dólares, cuando en Inglaterra
puede conseguirse uno nuevo por unos 15.000 dólares.
La euforia con que los cubanos saludaron en enero una reforma que les
permitió comenzar a comprar vehículos sin tener que tramitar un permiso
especial por primera vez en décadas, se convirtió rápidamente en una
decepción cuando se publicaron los precios; un malestar que luego se
intensificó cuando las autoridades informaron que solo habían vendido 50
coches en el país, en los seis meses que tiene de vigencia la ley.
Para adquirir un vehículo, el cubano promedio demoraría cientos de años
puesto que su salario promedio es de 20 dólares. "Con esos precios
obviamente ellos no querían vender muchos coches, y no lo hicieron",
dijo Philip Peters, analista y director del Centro de Estudios sobre
Cuba en Virginia, Estados Unidos. "Los únicos consumidores cubanos que
pueden permitirse comprar (estos automóviles) son probablemente los
músicos que lograron unas regalías buenísimas por su último disco, o
quienes cobraron sumas fabulosas cuando vendieron su casa familiar. ¡Es
una muy, muy pequeña porción de la población en la que se podría pensar
en ofrecerles tales precios y, como vemos, una franja aún más pequeña
que en realidad decidió pagarlo!".
Como él, otros analistas consideran que la política parece funcionar
exactamente como se diseñó, para mostrar una imagen de flexibilidad de
parte del gobierno al levantar unas limitaciones, pero vender la menor
cantidad posible de carros.
Muchos esperaban que el asunto de la venta de los vehículos se
desarrollara en la misma cuerda de flexibilización de reformas pasadas
impulsadas por el presidente Raúl Castro, quien antes había autorizado
la creación de un mercado de bienes raíces, la expedición de licencias
para abrir pequeños negocios, el usufructo de tierras o haber abierto
una bolsa de empleos independiente al Estado, antes único empleador.
Aquel día de enero cuando se levantó la restricción, los cubanos
abarrotaron las agencias de venta y cientos de personas pegaron su nariz
a los vidrios mientras miraban atónitos los precios. Unos se reían
nerviosos, otros expresaban su frustración.
Algunos pensaron que podría suceder como con la telefonía celular, cuya
contratación estuvo prohibida para los cubanos en los 90, pero cuando se
abrió en la pasada década los iniciales precios astronómicos luego
bajaron a tarifas razonables.
Sin embargo, un reciente recorrido por varios concesionarios en La
Habana encontró los mismos márgenes de beneficio, del 400 por ciento
para los vendedores. Ni un solo cliente potencial estaba en esos locales
y los empleados se negaron a hablar con los periodistas, aunque uno
confirmó que los precios de la etiqueta engomada no habían bajado.
Las posibilidades van desde unos 25.000 dólares para un vehículo de
producción china, usado, y sin los papeles propios para el pago de
impuestos, a un máximo de 262.000 dólares por un Peugeot 508 nuevo, que
es un coche familiar que costaría $ 53.000 en el Reino Unido.
Hay solo 11 agencias estatales de ventas en todo el país para los 11
millones de habitantes de la isla, los mismos concesionarios que podría
haber en una modesta ciudad latinoamericana.
No se cuenta con una cifra del parque vehicular cubano, escaso y repleto
de automóviles viejos, pero el indicador del bajo consumo de combustible
demuestra su nula presencia. "Hoy Cuba consume diariamente alrededor de
140.000 barriles diarios de petróleo, de eso solamente alrededor de
6.000 barriles diarios de gasolina, dijo a la AP Jorge Piñón, experto en
energía de la Universidad de Texas. "Es uno de los países en América
Latina que tiene el consumo más bajo de gasolina".
Según Piñón el argumento de que las autoridades temerían no poder
afrontar la demanda de gasolina no es viable, aunque la infraestructura
vial de la isla no está en condiciones de soportar la llegada masiva de
nuevos autos. El país recibe decenas de miles de barriles de petróleo al
día en vendidos en condiciones preferenciales por parte del gobierno
socialista de Venezuela, una fuente que se ha mantenido estable pese a
la reciente incertidumbre política en la nación sudamericana.
Según el experto Peters, el gobierno cubano no ve como una prioridad la
compra de vehículos en el extranjero y prefiere gastarse las pocas
divisas con las cuales cuenta en productos como alimentos o insumos
industriales.
"El gobierno no quiere hacer uso de sus reservas de divisas para
importar automóviles para el mercado minorista", dijo Peters. "Por
tanto, la única manera de que vale la pena para ellos, para importar un
auto por $ 20.000 y luego lo venden al por menor, es para absorber
50.000 dólares en liquidez".
En el informe que presentaron las autoridades cubanas la semana pasada
sobre las 50 compras de vehículos y cuatro motos dijeron además que el
monto recaudado en las transacciones fue casi 1,3 millones de dólares y
según la ley será invertido, en un 75%, para mejorar el transporte
público. Pero expertos como Peters aseguraron que esa cifra sería poco
relevante para un sector que se encuentra muy deteriorado.
Rodolfo Cid, un ingeniero eléctrico de 55 años, hizo el único trámite
posible para adquirir un carro antes del levantamiento de la
restricción, trabajar en una misión afuera de Cuba y luego tener la
autorización para comprar el vehículo.
Hoy se siente burlado y apuñalado por la espalda. La odisea de Cid
comenzó hace seis años cuando era empleado de una empresa del Ministerio
de la Construcción. Le ofrecieron un contrato en Venezuela a través de
Cuba. Caracas pagaba a La Habana 3.000 dólares mensuales y estos le
entregan 600 dólares a él, una cantidad modesta pero muy superior a los
20 dólares de sueldo. Una vez que terminara su misión de tres años,
obtendría la "carta", como se denominaba a los permisos para adquirir
vehículos.
"Tenía que ponerme un una cola y esperé dos años a que llegara mi
turno", explicó Cid, un ingeniero eléctrico de 55 años, quien estuvo en
Venezuela hasta el 2011. Su plan era poder convertir el automóvil en
taxi y contribuir a incrementar el ingreso de su familia, más aún cuando
en 2013 se quedó sin empleo. En realidad estaba cerca de lograrlo pero
en diciembre de 2013 se enteró por la prensa que el mecanismo de la
carta se suspendería y cualquiera podría adquirir un vehículo. El tres
de enero, cuando salió la nueva normativa, Cid sintió que el mundo se le
caí encima: los precios se habían disparado
"Estaban traicionando la confianza en las instituciones que podía tener
gente, incluso correligionarios, que les había cumplido porque en
realidad, tanta gente que les deserta, y en definitiva los que no lo
hicieron se enfrentaban con esto", dijo Cid. Durante años, la carta para
la compra de los vehículos, todos importados pues Cuba no produce
automóviles, estaba destinada a quienes justificaban sus ingresos
mediante cooperación internacional como médicos y técnicos, por ser
diplomáticos o artistas.
En 2011, en una medida separada, el propio Castro había autorizado la
compraventa de autos entre particulares que se mantenían en un precio un
poco por encima de las cartas de permiso para comprar en las agencias y
en consecuencia desde enero también este sector se disparó. "Es absurda
esa cantidad de dinero, yo no le puedo llegar ni al más chiquito", dijo Cid.
Source: El lejano sueño de comprar un auto en Cuba -
http://www.martinoticias.com/content/lejano-sueno-comprar-auto-cuba-/38431.html
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