Castro, Cambios
Raúl Castro no tiene prisa… ni prosa
¿Le sobra el tiempo o se considera inmortal?
Eugenio Yáñez, Miami | 10/07/2014 3:22 pm
Como si le sobrara tiempo, Raúl Castro no muestra prisa por avanzar en
la solución de los problemas de Cuba. Tras medio siglo de fracasos, dice
que "El resultado alcanzado no nos satisface, pero tampoco nos desanima
en lo más mínimo".
Poco original el general. Ahora la palabra del día es gradualidad. "La
gradualidad no es un capricho —dijo—, ni mucho menos el deseo de
retrasar los cambios que debemos efectuar; todo lo contrario, se trata
de una necesidad para asegurar el orden y evitar vacíos que nos
conducirían directamente a errores que desvirtúen los objetivos
propuestos". Teniendo en cuenta ese enfoque, todo parece indicar que
continuará fracasando "gradualmente".
Tampoco muestra mucha prosa el general: para decir lo que dijo en el
último cónclave del siempre unánime "parlamento" cubano, no hace falta
oratoria ni prosa de lujo: basta una grabadora que repita, una vez más,
lo que se viene diciendo hace 10, 20, 30, 40, 50 años en la Cuba de los
Castro: la culpa la tiene el imperialismo, o el totí, o la tienen otros,
o no la tiene nadie, pero nunca la tendrán los gobernantes cubanos.
¡Faltaría más!
Según Raúl Castro, la "desaceleración" de la economía cubana, eufemismo
para decir que Cuba será el país con menos crecimiento en América Latina
en 2014, está provocada por factores internos (incumplimientos en las
exportaciones, condiciones climatológicas adversas, insuficiencias de
gestión) y externos (crisis internacional, bloqueo de EEUU).
Sería bueno saber cuál de los cinco factores mencionados tiene que ver
con que en Cuba no se produzcan ni siquiera suficientes calabazas o
boniatos a precios asequibles a los salarios de los cubanos.
Dicen y repiten en La Habana que pretenden un socialismo próspero y
sustentable, aunque nadie hasta ahora haya explicado las características
de ese supuesto socialismo. Hace escasamente tres meses, cuando se
reunió la Asamblea Nacional para refrendar la Ley de Inversión
Extranjera, se dijo que la economía cubana debería recibir unos $2.500
millones anuales en inversiones extranjeras y crecer a un ritmo entre 5
y 7 por ciento anual para ese socialismo próspero y sustentable.
Sin embargo, y a falta de inversiones extranjeras en los primeros meses
del año, el plan de la economía cubana para 2014 contemplaba un
insignificante crecimiento del PIB del 2,2 %, bastante lejos del 5-7 %
deseado, aunque con el raquítico crecimiento del 0,6 % logrado durante
el primer semestre del año, fue necesario ajustar la previsión de 2014.
Lo dijo Raúl Castro: "Para alcanzar al cierre del año un crecimiento del
Producto Interno Bruto del 1,4 %, se requerirá trabajar más y mejor en
el segundo semestre y potenciar el empleo de las reservas de eficiencia
que no explotamos adecuadamente". No está automáticamente garantizado
ese potenciar en el empleo de reservas de eficiencia en un país donde se
incumplen los planes y donde lo menos presente en la producción y
servicios de las instituciones estatales es precisamente la eficiencia.
Dicho con otras palabras, al menos este 2014, lo de socialismo próspero
y sustentable, de acuerdo a las cifras ofrecidas por el mismo gobierno y
su máximo dirigente, quedará diferido hasta quién sabe cuando. ¿Tal vez
hasta las calendas griegas?
Si tareas relativamente sencillas, como eliminar el invento
súper-ineficiente que son las empresas estatales de Acopio, que llevan
años y años destruyendo la riqueza del país sin que nadie decida cortar
el nudo gordiano y eliminarlas de una vez por todas, ¿qué puede
esperarse para poner en práctica la separación de funciones entre
órganos locales de gobierno y consejos de administración, o entre
funciones ministeriales y empresariales?
Ya en la década de los ochenta del siglo pasado discutíamos sobre esos
temas en cursos, seminarios y estudios de casos para dirigentes
estatales y empresariales en ministerios, órganos locales de gobierno y
empresas, así como en cursos de postgrado para profesores de la
enseñanza superior. Prácticamente todos los presentes estaban de acuerdo
en la necesidad inexcusable de acometer esas tareas para elevar la
efectividad y eficiencia de la dirección y gestión en el país. Las
diferencias fundamentales de opiniones se daban en cómo llevar a cabo
ese proceso, pero en sentido general se sabía que, en la forma en que se
organizaba y dirigía la economía del país en aquellos momentos, era
imposible obtener resultados aceptables, y mucho menos avanzar.
En las bibliotecas universitarias en La Habana y provincias deben quedar
rastros suficientes de todo aquel esfuerzo colectivo que se realizaba
hace más de veinticinco años. De ahí que la "gradualidad", más de un
cuarto de siglo después, suene a burla o cinismo, pero de ninguna manera
a estrategia bien fundamentada.
Peor aún será con la unificación monetaria. Lo que se desee, cuando se
aplique en el famoso Día Cero, chocará con un escollo insalvable: ¿con
qué contabilidad se valorarán activos y pasivos de empresas, unidades
presupuestadas, cooperativas agropecuarias y no agropecuarias,
campesinos privados y cuentapropistas? Porque la contabilidad que
funciona en Cuba, puro surrealismo, se considera "no confiable".
De manera que habrá que seguir esperando por la "gradualidad", porque
Raúl Castro quiere avanzar sin pausa pero sin prisa… y además sin prosa
para convencer.
Source: Raúl Castro no tiene prisa… ni prosa - Artículos - Cuba - Cuba
Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/raul-castro-no-tiene-prisa-ni-prosa-319118
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