¿Serán indemnizados los expropiados más humildes?
¿Cuántas y cuáles propiedades privadas de las que se apoderó el régimen
podrían ser devueltas a sus dueños o descendientes, o cuántas
indemnizaciones tendrían lugar cuando al fin sea levantado el embargo
estadounidense?
miércoles, diciembre 24, 2014 | José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba. -¿Cuántas y cuáles propiedades privadas de las que se
apoderó el régimen podrían ser devueltas a sus dueños o descendientes, o
cuántas indemnizaciones tendrían lugar cuando al fin sea levantado el
embargo estadounidense? El tema ha vuelto a ocupar un espacio en
nuestras tertulias (ciberespaciales o callejeras), y una vez más nos
damos a especular sobre todo alrededor de las grandes empresas o los
latifundios norteamericanos y nacionales.
Curiosamente, se habla menos sobre los pequeños negocios, aquellos cuyos
dueños se rompieron el lomo trabajando durante toda la vida, sin
sospechar el irrespeto y la cruel frialdad con que el gobierno
revolucionario iba a expropiarlos, obligándoles incluso a que no se
llevaran de sus establecimientos más que la ropa que tenían puesta. Con
el perdón de los grandes inversionistas que sufrieron usurpación, a mí
me parece mucho más digna de atención la tragedia de estos pequeños
negociantes. Y considero que ahora que "nuestra" dictadura puja por
hacerse un sitio entre la concurrencia de gobiernos "normales", debiera
empezar por el intento de atenuar, ya que no puede borrar tan bochornoso
capítulo, indemnizando al menos a sus descendientes.
Deben ser cientos de miles, si se tiene presente que en cada pueblo, en
cada barrio y con frecuencia en cada calle pululaban los pequeños
negocios de gente humilde, la cual los levantó ahorrando centavo a
centavo con el sudor de su frente.
Para ilustrar tamaño drama quizá bastaría con citar el ejemplo de los
honrados y laboriosos negociantes del Barrio Chino de La Habana, sólo un
caso entre millones, pero que facilita la ilustración por estar
concentrado en un pequeño espacio.
En 1959 había transcurrido poco más de un siglo desde la llegada de los
chinos a Cuba en condición de cuasi esclavos. La única propiedad de
todos y cada uno de ellos al desembarcar aquí era el nombre que le
pusieron sus padres, pero también a eso debieron renunciar. Sin embargo,
cuando Fidel Castro tomó el poder, el Barrio Chino habanero era
probablemente el más importante del continente.
Contaba con su propio Banco de China, provisto de un capital de 10
millones de pesos, auténtica fortuna para aquellos tiempos. Disponía de
una red de casas que importaban directamente productos asiáticos para
ser comercializados aquí. Poseía su propia Cámara de Comercio, unida a
un muy considerable número de asociaciones empresariales, como la Unión
de Detallistas del Comercio. Sería agotador relacionar la enorme
cantidad de instalaciones gastronómicas, algunas famosas a nivel
internacional, y de otros establecimientos destinados a los más diversos
servicios, con que contaba el barrio.
Poseían los chinos de La Habana su propio sistema de atención a la
salud, dotado de centro de consultas y laboratorios, así como de una
clínica plenamente equipada y con pabellones para pacientes, además de
amplia cadena de farmacias. Contaban con tres periódicos independientes,
tres emisoras de radio, cuatro cines, un teatro, un club atlético, un
asilo para ancianos, un cementerio, múltiples sociedades y casas de
recreo… En fin, como he dicho, la lista sería demasiada larga. Sólo en
una pequeña cuadra, en la calle San Nicolás, entre Zanja y Dragones, era
posible apreciar una mayor actividad comercial que la que se observa
actualmente en todo el barrio. Y huelga añadir que parte el alma el
espectáculo que hoy brinda ese tramo de San Nicolás.
En 1960, Alfonso Chiong, presidente de la Colonia China y además
director de uno de sus periódicos (el Man-Set-Ya-Po), fue obligado por
el régimen a renunciar a su cargo. Y al negarse, debió huir rumbo a
Miami para que no lo enviaran a la cárcel. Según declararía en esos días
al periódico Avance Criollo(*), cuando llegó al aeropuerto miamense
llevaba -como único capital- cinco pesos en el bolsillo. Con todo, menos
suerte tuvo Mario Chiu, Secretario de la Colonia China, quien, por
negarse a firmar su renuncia, terminó en las mazmorras de La Cabaña.
La tragedia estaba en marcha, sería imparable y muy posiblemente
definitoria. Pronto el floreciente Barrio Chino habanero quedó
convertido en ruinas, mientras toda la pobre vecindad se mostraba tan
perdida, desprotegida y asustada como sus ascendientes cuando, un siglo
atrás, arribaron a nuestras costas.
* Periódico Avance Criollo, Miami, viernes 18 de noviembre, de 1960.
Source: ¿Serán indemnizados los expropiados más humildes? | Cubanet -
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