Gobierno: 'Las cafeterías pasan una época difícil'
Agencias
La Habana 07-08-2011 - 3:51 pm.
Se desacelera el ritmo de petición de licencias en las 178 actividades
autorizadas. Las autoridades insisten en que el tema tributario 'no está
cerrado'.
Javier Acosta, propietario del Parthenon, prepara bebidas con ron en su
restaurante privado en La Habana. (AP)
A diario, durante los últimos cinco meses, Yusdany Simpson atendía su
cafetería a un costado de una calle, bajo un parasol blanco, desde donde
trataba de participar en la transformación económica de Cuba al vender
emparedados con mayonesa a 12 centavos.
Pero ya no se dedica a eso. El otro día se dirigió a la Oficina Nacional
de Administración Tributaria (ONAT), instalada en una vieja mansión de
La Habana, para renunciar a su licencia comercial y recibir una carta
que la eximía de obligaciones fiscales, reporta AP.
Así, esta madre soltera de 35 años cerró la puerta al intento del
gobierno por encender su débil economía con una chispa de capitalismo.
Y Simpson no fue la primera.
'¿Otra baja más?'
"El día que fui a solicitar mi baja, allá en la ONAT, la mujer (que
atendía) se me quedó mirando y dijo: '¿otra baja más de cafetería?'",
relató.
Aunque insiste en que Cuba simplemente está haciendo ajustes al
socialismo y no adoptando el capitalismo, Raúl Castro ha impulsado
cambios que permiten a los habitantes de la Isla trabajar por su cuenta
en 178 actividades aprobadas, contratar empleados y alquilar tanto
habitaciones como vehículos. El general ha considerado que estas medidas
son cruciales para rescatar a la economía, y ha advertido a sus
compatriotas que no hay un plan alternativo.
Pero, menos de un año después de que comenzaron los cambios, las
entrevistas con autoridades tributarias, funcionarios del gobierno y más
de una decena de aspirantes a nuevos empresarios en La Habana, revelan
un panorama poco alentador para quienes decidieron aceptar los retos del
libre mercado.
Esos empresarios en ciernes dicen que enfrentan a competidores que
ofrecen productos similares; dependen de consumidores que cuentan con
pocos o nulos ingresos disponibles, y carecen de crédito o de capital
para comenzar. Además, muchos se sienten asfixiados por las nuevas
reglas fiscales y las consideran engorrosas.
Aunque el gobierno afirma que ha dado pasos decididos para atender estos
problemas, un hecho fundamental del libre mercado no ha sido
suficientemente sopesado en esta isla de 11,2 millones de habitantes: la
mayoría de los negocios fracasa, incluso en países desarrollados como
Estados Unidos, donde las empresas incipientes pueden obtener préstamos,
comprar insumos al mayoreo, alquilar espacio comercial y realizar
investigaciones de mercado.
Capitalismo sin capital
"Bienvenidos al maravilloso mundo del capitalismo, en el que unos
devoran a otros", dijo Ted Henken, profesor del Baruch College en Nueva
York, quien ha estudiado ampliamente la economía de Cuba.
"Los empresarios cubanos tienen además que sortear un obstáculo
adicional, pues el capitalismo cubano está bastante deforme... y se basa
todavía en una desconfianza fundamental hacia los dueños de negocios",
dijo. Los líderes cubanos se aferran a la idea de que nadie debe
enriquecerse, señaló.
Simpson dice que no soñaba con una fortuna. Abrió su café con la
esperanza de hacer un poco de dinero quedándose en casa con su hijo de 2
años, Liuber, pero considera que el proyecto terminó costándole los
magros ahorros que había hecho gracias a las remesas que le llegan del
exterior.
Añade que pagaba 330 pesos (unos 13 dólares) mensuales en impuestos, y
que también debía reservar dinero para cubrir al final del año un
gravamen de 10% sobre las ventas. Ello le dejaba poco o nada de dinero
para sí misma. En algunos meses, como en julio, Simpson tuvo incluso
pérdidas.
"Yo hice la prueba, pero no me dio resultado. Me di cuenta que estaba
cogiendo mi propio dinero, que me entraba por otros medios, para
invertirlo en esto... así no, porque para no ganar como se debe, mejor
no hago nada", dijo a The Associated Press.
Abundan las historias exitosas: los restaurantes elegantes que atraen a
extranjeros adinerados, el popular cabaret gay inaugurado en diciembre,
el "spa" que ofrece tratamientos faciales y masajes en los pies. Pero la
mayoría de los cubanos carece del capital para soñar siquiera con la
apertura de semejantes negocios.
Y para quienes operan los cientos de cafés, puestos de venta de DVDs,
talleres de calzado y sastrerías en las calles de la capital, la
realidad ha comenzado a manifestarse con toda su crudeza.
Gobierno: 'La idea es que no cierre, sino que triunfe'
Vladimir Regueiro, vicepresidente de la ONAT, reconoció en una
entrevista con la AP que las cafeterías, cuyas licencias siguen siendo
las más solicitadas desde octubre, cuando comenzaron las reformas, pasan
una época particularmente difícil.
"Es una de las actividades que más bajas ha causado; las personas
piensan que es la más fácil, y por donde vas hay de ellas y el mercado
tiene su tope", señaló.
Regueiro dijo que el gobierno ha respondido al declarar una moratoria
sobre los impuestos a la nómina, eliminar los pagos de seguridad social
para los ancianos que son dueños de negocios, reducir las tasas fijas de
impuestos que muchos pagan al mes, elevar el monto de deducibles y
recortar los precios mayoristas.
"El tema tributario no es un tema cerrado; hay que monitorear,
supervisar permanentemente", dijo. "La idea es que el trabajador por
cuenta propia no cierre, sino que triunfe y que genere valor suficiente
para reproducirse como actividad y aportar a la sociedad; es por ahí el
camino".
Varios dueños de negocios entrevistados por la AP dijeron que una señal
de la sinceridad del Estado es el poco contacto que han tenido con
inspectores gubernamentales, que en otras épocas causaban problemas y
llegaban a exigir sobornos.
Pero las "buenas intenciones" del gobierno podrían no bastar.
De acuerdo con estadísticas difundidas en julio, 178.000 personas han
recibido licencias para operar negocios desde octubre. Se han unido así
a unas 147.000 que han obtenido el derecho de trabajar por su cuenta,
tras una apertura previa en la década de 1990. Ello suma 325.000, en un
país donde el 80% de los empleados trabaja para el gobierno.
Regueiro y otros funcionarios han considerado extraordinarios los
resultados y han destacado que el gobierno otorgó más licencias de las
que había pronosticado para todo 2011.
Pero el ritmo parece desacelerarse. La cifra que dieron las autoridades
en julio sobre los nuevos poseedores de licencias permaneció
prácticamente sin cambios respecto de abril, sin que se diera una
explicación de esa nula variación.
Y el total dado por el gobierno no cuenta a quienes optaron por devolver
sus licencias. Aunque no hay estadísticas oficiales de estos negocios
fallidos, el viceministro del Trabajo, Jorge Barreiro, dijo a la AP en
abril que unos 30.000 permisos habían sido devueltos hasta entonces.
Seguramente la cifra es mayor ahora.
Tirando la toalla
De los empresarios a quienes la AP ha seguido desde diciembre, Simpson y
Danilo Pérez, de 21 años y vendedor de DVDs, han cerrado sus
operaciones. Otros dicen que contemplan la posibilidad de arrojar la toalla.
Anisia Cárdenas, costurera, instaló un puesto en el patio de un vecino,
alquilando el espacio por 50 pesos (dos dólares) diarios. Incapaz de
cubrir sus costos, dijo que dejó de usar el patio en marzo y ahora
labora en la cocina de su apartamento en el barrio de El Cerro, de clase
trabajadora.
Cárdenas cobra desde 10 pesos (40 centavos) por ajustar unos pantalones
y hasta 300 pesos (12 dólares) por confeccionar una blusa. Debe pagar
unos 475 pesos (19 dólares mensuales) en impuestos, seguridad social y
otros gravámenes, la mayoría de los cuales son fijos, independientemente
de la cantidad de dinero que perciba.
Dice que, ni siquiera trabajando siete días a la semana, muchas veces
con la ayuda de su hija adolescente, puede hacer que sus ganancias sean
superiores a los impuestos.
"El mes pasado tuve que pagar la licencia y la seguridad social; fue un
mes malísimo para el negocio", recordó. "Tuve que acudir a mis ahorros
en el banco para poder pagar la licencia y demás, o sea que tuve que
pagar mas de lo que gané; perdí dinero".
http://www.ddcuba.com/cuba/6270-gobierno-las-cafeterias-pasan-una-epoca-dificil
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