Incertidumbre y riesgos con las nuevas regulaciones aduanales
septiembre 19, 2012
Alberto N Jones
HAVANA TIMES — Algunos textos describen la función de la Aduana, "Como
la primera barrera defensiva del país, encargada de impedir la entrada
de agentes nocivos", a la vez que "permite y estimula el libre flujo
de comercio y el desarrollo entre los países". Conciliar ambas
funciones, aparentemente antagónicas, no parece ser tarea fácil.
El grave desabastecimiento histórico de Cuba, es responsabilidad directa
y exclusiva de las entidades encargadas de la adquisición, distribución
y venta de productos a la población.
Estos, me parece, no han tomado su función con la debida seriedad y
responsabilidad que el pueblo merece, al abusar de sus sentimientos
revolucionarios, expresado durante décadas mediante la aceptación, en
silencio, de crudas ineptitudes e incapacidad de los patéticos planes
anuales de producción.
La devastación causada por varios ciclones en el año 2008 agravaron
severamente el desabastecimiento existente en el país, motivando que la
Aduana y otros organismos relajaran las regulaciones existentes. Esto
propició el ingreso de millones de toneladas en alimentos, artículos
personales, insumos, artículos duraderos, medicinas, suministros médicos
y otros, paliando lo que era para escépticos y fatalistas, una situación
irreversible, terminal.
Este hecho, tocó el corazón de miles de cubanos radicados en el
exterior, que habían ignorado a sus familiares en Cuba y habían jurado
nunca más regresar a la patria. Ante la devastación y el dolor humano
que pretendía devorar el país, antepusieron la familia y la nación a
sus sentimientos personales, lo que se expresa claramente en los más de
400,000 visitantes a Cuba el año pasado.
La Aduana de Cuba, durante años, aterrorizó a los viajeros cubanos
confiscándole bienes y aplicándoles tarifas onerosas. Ella fue el mayor
causante de la ansiedad, hipertensión, diarreas y excitabilidad de los
que visitaban el país, especialmente los ancianos.
Sin embargo, en 2008, modificó su conducta hostil, y exoneró de cobro a
los alimentos y las medicinas, y nuestros familiares, amigos y vecinos
en Cuba, vieron suplementados sus raciones con productos y fármacos
inexistentes en el país, mitigando sus necesidades, aliviando la pena
del prójimo, reconstruyendo los lazos familiares y amor patrio, que se
había afectado como producto de una larga separación.
Oportunistas de toda laya, busca-vidas, pillos, bribones y muchas
personas honestas, sobre todo ancianos con ingresos fijos, desempleados
o algún que otro estudiante tratando de suplementar su matrícula
universitaria o como su único recurso para visitar a sus seres queridos,
se convirtieron en mulas, transportistas clandestinos, e ingresaron al
país enormes cantidades de bienes materiales sin abonar los debidos
aranceles. Ellos corrompieron, con su acción, a algún que otro
funcionario venal con prebendas, y el país dejó de ingresar en sus
arcas, millones de dólares por dicho concepto.
¿Cómo se explica que, para un mal que reclamaba a gritos fuese
corregido, modificado y adecuado a los intereses de todas las partes, la
solución que se encontró fue el macanazo cruel, impensado, demoledor,
que ha creado víctimas indefensos entre ancianos, niños y enfermos, que
pudieran verse privados de alimentos, medicinas o equipos médicos vitales?
¿Por qué botar al bebé con el agua sucia de la palangana?
Muchos países, aun aquellos en cuyos mercados existen todos los recursos
materiales que su población requiere, disponen de tarifas arancelarias
con un gradiente por tipos de artículos, sean estos básicos,
alimenticios, personales, duraderos o suntuarios, en base al cual,
aplican una tarifa diferenciada y no se auto-incriminan por impedir la
llegada de un producto determinado a ninguno de sus ciudadanos.
El Caribe, al igual que el resto de los países del Tercer Mundo,
mantiene un intenso comercio de paquetería marítimo y aéreo entre las
personas residentes en los países del llamado Primer Mundo y sus
familiares en sus respectivos países de origen.
Tipifica, como pocos, este profundo vínculo familiar/cultural en nuestra
región. Jamaica, Dominica, Santa Lucía, Trinidad y Tobago, Barbados,
Haití, República Dominicana, Honduras, Méjico y otros son atendidos por
decenas de compañías y navieras de cabotaje dedicadas exclusivamente a
este servicio especializado, quienes recogen y entregan puerta a puerta,
millones de toneladas en productos que constituyen un aliento, una
transfusión vital para millones de personas empobrecidas y un perenne
fortalecimiento de sus lazos morales y afectivos.
Cuba, durante la década de los 80's cobraba la astronómica suma de
$30.00 la libra por artículos personales. Esto fue decreciendo
paulatinamente hasta llegar a $10.00 la libra de los artículos
personales, y $6.00 la libra de alimentos y medicamentos. Aunque este
servicio continúa siendo el más caro del mundo, ha motivado una
proliferación de agencias y un masivo envío de productos a nuestros
familiares y amigos en Cuba, así como la introducción del primer
servicio marítimo directo entre ambos países en medio siglo, que pudiera
convertirse en un parto distócico con las nuevas regulaciones imperantes.
Si al igual que los demás países de la región, la Aduana de Cuba
aplicara un procedimiento racional, lógico, humano, consecuente con las
necesidades y el dolor de nuestro pueblo; ¿cuántos más alimentos e
insumos ingresarían al país, paliando aun más, problemas sociales
existentes, en tanto triplicarían o más, los ingresos actuales, al
aumentar el número de viajeros y remesas?
Aunque la distancia entre la República Dominicana y Miami duplica la
distancia entre esta última ciudad y Santiago de Cuba, sus empresas de
paquetería recogen y entregan puerta a puerta paquetes conteniendo hasta
70 libras por $55.00 o $65.00, en dependencia de la dirección del
destinatario, en lugar de los $700.00 que costaría un envío similar a Cuba.
¿Cómo suponer que la grave crisis económica que aflige y neutraliza el
desarrollo de Cuba, y para el cual se necesitarán cientos de billones de
dólares para ponerlo sobre sus pies, pudieran obtenerse mediante el
escandaloso aumento de un 250% sobre la escasa e inestable
disponibilidad de productos vendidos en CUC o mediante el irracional
aumento de los aranceles aduanales, en tanto, enormes recursos
económicos potenciales, languidecen y permanecen ignorados a lo largo y
ancho del país?
Pero mucho más grave será, la mancha indeleble con que la nueva
regulación de la aduana de Cuba estigmatizará la historia de Cuba, al
equiparar esta acción, con las brutales medidas del Bloqueo, OFAC,
Torricelli y la Helms-Burton.
http://www.havanatimes.org/sp/?p=71916
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