Mariel, Reformas, Comercio
Discutiendo la oportunidad del Mariel
Si se analiza la historia del occidente cubano centrado en La Habana, no
es difícil visualizar momentos en que sus sociedades fueron capaces de
acometer proezas
Haroldo Dilla Alfonso, Santo Domingo | 17/06/2013 11:07 am
Pedro Monreal es una de esas personas que entra eventualmente al debate
de las ideas en Cuba, pero cuando lo hace siempre dice algo para tomar
en cuenta. Y ahora lo ha vuelto a hacer con su artículo "La era
postpanamax: una oportunidad para Cuba", publicado en el numero 232 de
mayo 2013 de la revista Espacio Laical.
El artículo —cuya lectura recomiendo— discute la probable opción que
tiene Cuba para ubicarse, por primera vez en mucho tiempo, en una
parcela distinguida de la economía global mediante el uso del Puerto del
Mariel como una zona de transbordo y distribución de mercancías en un
eje comercial dinamizado que conectaría al extremo oriente con la costa
este de los Estados Unidos, Europa y Suramérica.
Se trata de una oportunidad. La remodelación del Canal de Panamá para
permitir barcos mayores con cargas hasta tres veces superiores, coloca
al Caribe en el vértice de un intenso tráfico comercial y en un lugar
privilegiado solo comparable a los tiempos de las Carreras de Indias.
Pero se trata de una oportunidad muy disputada en la que intervienen —en
la práctica o solo en proyectos— puertos caribeños (Kingston, Ponce,
Punta Caucedo en Santo Domingo, Freeport en Barbados y Mariel en Cuba),
centroamericanos y norteamericanos de la costa este.
Para Cuba —y en particular para La Habana y su dinámica franja aledaña
que va desde Mariel hasta Varadero/Cárdenas— ello pudiera constituir un
salto de calidad, no solo en términos económicos, sino también
políticos. Y es así porque percibe este potencial engarzamiento como un
incentivo para la gradual normalización de relaciones entre Cuba y los
Estados Unidos.
No es necesario estar de acuerdo con Monreal para creer que se trata de
un análisis novedoso, pues si de algo podemos estar seguros es de que la
única manera que tiene Cuba de conseguir una normalización
imprescindible de sus relaciones con los Estados Unidos es ofreciendo
suficientes incentivos económicos. O dicho de otra manera, aumentando
los beneficios tangibles a una acción que inevitablemente va a tener un
costo político. Y ya no existe el recurso petrolero que los dirigentes
de La Habana previeron como la llave mágica para abrir estas puertas con
goznes oxidados. Obviamente, la pregunta que tenemos que hacernos es si
esta relación es realmente suficiente, y si la oferta del puerto del
Mariel puede mover decisivamente la balanza geopolítica.
Hay, sin embargo, un punto que Monreal no aborda y que creo vital: el
consenso de la élite política cubana. Aunque pudiera ser cierto que, en
cuanto oportunidad, esto puede parangonarse con lo sucedido cuando
ocurrió la Revolución Haitiana en 1792, también lo es que entonces
existía una élite criolla colonial con un proyecto muy claro de
sociedad. Y que ese proyecto de sociedad comenzó a implementarse antes
del levantamiento de los esclavos de Saint Domingue.
Si se analiza la historia del occidente cubano centrado en La Habana, no
es difícil visualizar momentos en que sus sociedades fueron capaces de
acometer proezas para conseguir sus inserciones a la economía mundo. Uno
fue a fines del siglo XVI en que la aldea industriosa fue capaz de
echarse encima el peso de abastecer las flotas cuyas tripulaciones en
ocasiones superaban a la población local. La otra, la que menciona
Monreal a fines del XVIII, cuando fueron capaces de poner la Isla en la
punta del desarrollo tecnológico y cultural, aun cuando haya sido a
expensas de la sobreexplotación del trabajo esclavo.
Me temo que hoy no existe ese consenso. La élite política cubana
mantiene un acuerdo fundamental en relación con la conservación de su
poder, pero no respecto a que hacer con la economía para rebasar el
pertinaz estancamiento que le aqueja y el consiguiente desangramiento
demográfico. Y huelga anotar que ese consenso de élite es también vital
para el establecimiento de un acuerdo societal más amplio para la
reconstrucción nacional que hoy ni siquiera podemos imaginar.
La élite política cubana está fracturada lo que se manifiesta hasta en
los temas más pedestres de la lenta y cansada reforma que Raúl Castro ha
parangonado con un andar de tortugas: "sin prisas pero sin pausas". Y me
temo que hacer del Mariel lo que supone Monreal como oportunidad es
mirar al futuro con mucha mayor certeza que lo que nos dice esa lista
inconexa y contradictoria de deseos que hemos convenido en llamar "los
lineamientos".
Source: "Discutiendo la oportunidad del Mariel - Artículos - Cuba - Cuba
Encuentro" -
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/discutiendo-la-oportunidad-del-mariel-284827
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