Monday, August 12, 2013

Malos pagos, altos precios

Publicado el lunes, 08.12.13

Malos pagos, altos precios
ALEJANDRO ARMENGOL

La brecha entre salarios y precios sigue aumentando en Cuba, lo que
constituye una situación anómala con consecuencias que van desde el
aumento de la corrupción y el robo hasta la amenaza potencial de
disturbios y caos. Y lo peor en este caso es que el principal empleador
del país, el gobierno que controla un Estado totalitario, no enfrenta el
problema con decisión y premura.

Desde 1990 los precios no han cesado de aumentar. El fin del subsidio
soviético y el inicio del llamado "período especial'', que ya va para 23
años, trajo como consecuencia que se dispararan las desigualdades en la
isla. No es que éstas no existieran con anterioridad, pero se mantenían
en parcelas que delimitaban privilegios: el grupo dirigente; un sector
dedicado al trabajo privado de forma parcial o completa, más o menos
reducido según los años, y la mayoría del sector laboral, que era
empleado por el Estado, desde profesionales hasta auxiliares de limpieza.

Al comenzar a quebrarse esta parcialización surgieron dos fenómenos
hasta entonces desconocidos en Cuba: la posibilidad de vivir —y de vivir
bien— gracias a la entrada permitida de dinero desde el exterior y la
oportunidad de obtener ingresos, en cifras que el gobierno no es capaz
de pagar, debido a la posesión de determinadas habilidades, capacidades,
bienes o medios. El primer grupo de beneficiados fue constituido
principalmente por aquellos con familiares residiendo en el exterior,
mientras que el segundo lo formaron desde artistas hasta cocineros y
dueños de los ahora famosos "paladares". Tras la llegada de Raúl Castro
al mando de los asuntos cotidianos en la isla, las posibilidades de
crecimiento de ambos grupos se han ampliado.

Sin embargo, el papel del gobierno se ha limitado a permitir y no a
desarrollar. De hecho, en este terreno las quejas que se formulan a
diario a la actual presidencia es que no avance más rápido en esa
permisividad a cuentagotas, que ha hecho que ahora los cubanos puedan,
desde tener una computadora hasta poder viajar al extranjero. Claro que
al mismo tiempo, ese gobierno totalitario ha dejado en manos privadas el
asunto de conseguir el dinero necesario, tanto para comprar el equipo
como el pasaje. Es decir, que al tiempo que se han democratizado las
diferencias (ya la desigualdad no se siente en el viaje del dirigente a
los países socialistas sino en el dinero que tiene el vecino para
comprar un televisor de pantalla gigante), la adquisición de los bienes
de consumo han pasado de métodos políticos y sociales a formas
individuales (ya el centro de trabajo y el colectivo laboral no otorga
la autorización para comprar el televisor, sino el dinero que se recibe
del extranjero o que se gana de forma privada). Dicho de forma rápida:
el Estado cubano se desentiende cada vez más del problema de la
subsistencia de sus ciudadanos.

Se asiste entonces al desarrollo cada vez mayor de una especie de
engendro económico, en que el "carácter socialista" viene determinado
por el monopolio en el comercio de ventas al por mayor, y en buena
medida también minoristas, mientras se desentiende del incremento, o
incluso el mantenimiento, de la creación de empleos bien remunerados.
Esta actuación esquizofrénica solo es posible de mantener bajo el
principio de que el Estado te vende, pero no te paga lo suficiente para
comprar, por lo que mira hacia el exterior para los ingresos: remesas,
turismo, servicios médicos y profesionales en general en otros países y
ventas también en el exterior de productos muy específicos, como la
industria farmacéutica y algunos minerales. Lo curioso es que, con esta
actitud parásita al extremo, el gobierno logre mantener un control
absoluto y sustentar una retórica nacionalista.

No cabe esperanza alguna de que la discrepancia entre precios y salarios
vaya disminuyendo, sino todo lo contrario. Limitarse a ver el asunto
como el resultado de la existencia de una dualidad monetaria es
interpretar un resultado del problema como la esencia del mismo. La
dualidad monetaria en Cuba es un problema que el gobierno de la isla
admite, pero cuya solución está subordinada, al menos en teoría, a un
aumento de la productividad. Sin embargo, este enfoque no sólo parece
estar cada vez más alejado de cualquier posibilidad de éxito, sino que
en la práctica no cumple la función de plan de largo alcance para lograr
un objetivo, aunque sí un fin más inmediato: dilatar el asunto y
trasladarlo a una especie de limbo que intenta ocultar la falta de
capacidad o de disposición para hallar una solución. Una estrategia
destinada al fracaso económico que es en realidad una táctica política,
la cual hasta ahora ha logrado su meta: considerar transitorio un
callejón sin salida.

Se repite así la paradoja del modelo cubano, donde la falta de
eficiencia productiva actúa muchas veces como carta de triunfo político.

Source: "ALEJANDRO ARMENGOL: Malos pagos, altos precios - Alejandro
Armengol - ElNuevoHerald.com" -
http://www.elnuevoherald.com/2013/08/12/1540991/alejandro-armengol-malos-pagos.html

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