Aperturas utópicas en Cuba
"Muchos turistas se preguntan qué rayo hacen con los dólares recaudados
las instituciones del Estado y no le dan una mano de pintura a la
ciudad, reparan sus calles o elevan el salario de los trabajadores".
Iván García Quintero
febrero 28, 2014
Bienvenido a una isla ficticia. En Cuba nada es lo que parece ser.
Algunas cosas que suceden en el verde caimán superan la imaginación más
retorcida. Si usted es un forastero notará que los edificios y sus
calles están deteriorados y en la ciudad y en sus canales de TV no hay
publicidad comercial.
Le gente gana poco más de 20 de dólares al mes y, sin embargo, hay
cientos de tiendas que venden electrodomésticos, televisores de plasma o
aires acondicionado a precios de Nueva York. Si recorre las flamantes
agencias que ofertan automóviles nuevos o de uso, no se frote los ojos,
es real: un Peugeot 508 cuesta más 300 mil dólares y 120 mil una
camioneta de uso.
En el restaurante de un hotel cinco estrellas -el ministerio de turismo
local es muy flexible a la hora de otorgar categorías de lujo- una cena
mediocre cuesta más de 120 dólares. Te venden una botella de vino
chileno de tercera como si fuese un tinto de primera francés. Y las
tarifas de las llamadas celulares son las más caras del planeta.
Con toda razón, muchos turistas se preguntan qué rayo hacen con los
dólares recaudados las instituciones del Estado y no le dan una mano de
pintura a la ciudad, reparan sus calles o elevan el salario de los
trabajadores. La mayoría de los cubanos también se pregunta lo mismo.
Y hablando de cubanos. Se pueden clasificar de tres tipos. El primero,
los que no se enteran de que viven en una auténtica autocracia y creen
que funcionarios dañinos y corruptos infiltrados en los organismos
estatales se han puesto de acuerdo para dinamitar el sistema desde dentro.
El segundo, los que piensan que el capitalismo salvaje patrocinado por
el Estado llegó sin ser anunciado. Y el tercero, los que opinan que los
camaradas que visten de verde olivo o con guayaberas blancas han
instaurado un clan al mejor estilo mafioso y poco les importa las
aspiraciones de los cubanos humildes de tener un auto o abrirse una
cuenta de Facebook desde su teléfono móvil.
Son muchos los ciudadanos que se sienten decepcionados y su lealtad al
castrismo se ha ido quebrando a golpe de precios abusivos, salarios
miserables y un 'futuro luminoso' ofrecido por el régimen que jamás llega.
Gente seria, intelectuales ilustrados y politólogos de toda la vida se
preguntan qué estrategia se esconde tras los precios de infarto en las
ventas de autos o acceso a internet desde celulares ofertados por
compañías estatales.
De negocios, evidentemente no es la estrategia, pues con tales precios
poco se puede comercializar. Tal vez sea por razones publicitarios, de
cara a la galería, para inflar el pecho en una conferencia internacional
y decir que en Cuba se puede comprar un Audi o tener una cuenta de Twitter.
Pero no me ando por las ramas. No soy un desprevenido turista ni un
cubano con una venda en los ojos. Soy un periodista independiente. Esta
trama alucinante de precios abultados y reformas tibias, donde lo único
que ha legalizado el régimen son las transacciones que se efectuaban
antes por debajo de la mesa, es una canallada notoria.
La esencia real de la autocracia criolla ha quedado expuesta con las
últimas medidas. Ni les interesa que los pequeños empresarios
particulares puedan comprar un auto ni les importa que los cubanos de a
pie puedan acceder a internet. Esas aspiraciones van contra su
naturaleza y de sus principios. Un tipo con dinero es visto con ojeriza
en Cuba. Un 'contrarrevolucionario' en potencia.
Los sesudos que rigen los destinos de la isla piensan que el día de
mañana ellos reclamarán cambios de corte político y económico e internet
para todos. Para el régimen, la red es la versión digital de una bomba
de neutrones.
El diario oficialista Granma una vez calificó a internet, Google,
Facebook y Twitter como 'subsidiarias de la CIA'. Caballos de Troya
diseñados por el tío Sam para dividir y confundir a los cubanos.
Por eso la estrategia para contener 'las ambiciones materiales' del
otrora hombre nuevo, de ser propietario de un auto moderno o navegar
libremente por internet, es colocar precios que estén al alcance de muy
pocos. O de nadie.
Para los analistas locales de contrainteligencia, las redes sociales son
es sinónimo de Primavera Árabe. Mientras más lejos se puedan mantener de
nuestras costas, mejor.
Las últimas 'aperturas' del gobierno de Raúl Castro están ahí. Pero no
hay dinero para comprarlas. Un acto de magia. Al mejor estilo de Houdini.
Source: Aperturas utópicas en Cuba -
http://www.martinoticias.com/content/aperturas-ut%C3%B3picas-cuba/32473.html
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