Zapatero remendón
IVÁN GARCÍA | La Habana | 21 Jun 2014 - 10:23 am.
'El dinero que busco me da para comer y tomarnos un litro de ron.'
Ya Fermín A. es un veterano en esta plaza. "No seré el mejor zapatero de
la Calzada de 10 de Octubre, pero sí el que más barato cobra y más
tiempo lleva reparando calzados", dice, mientras se fuma un cigarrillo
que amenaza con quemarle los labios.
La abigarrada avenida al sur de La Habana —que en 1949 retratara el
poeta Eliseo Diego en su libro En la calzada de Jesús del Monte—, es a
día de hoy un itinerario de calles en mal estado, salideros de agua y
añejos edificios saturados de hollín que piden a gritos una reparación
capital.
Sus 100.000 habitantes sitúan a 10 de Octubre como uno de los municipios
más poblados de Cuba. Por estos lares no hay hoteles ni centros
turísticos. Pasada las 8 de la mañana, la Calzada se transforma en un
hervidero de gente que viene y va como carros locos en una feria.
Es sitio predilecto de buscavidas, vendedores de maní, pícaros y vagos.
También de pequeños tenderos e improvisados cafés que se arman en un
santiamén en portales de casas y que la perspicaz narrativa foránea ha
clasificado como "pequeños empresarios".
Fermín A. considera que es una burla. "No puedo creer que en este
paisaje folclórico, donde un impedido físico vende alhajas de imitación,
otro vinagre robado anoche de un almacén, y tipos como yo reparan
zapatos con viejas cámaras de bicicletas, seamos 'pequeños empresarios'.
Ahora, si como se cuenta por ahí, se van a otorgar créditos, bienvenidas
sean las buenas intenciones de esos tipos, para que los yanquis levanten
el bloqueo", señala, refiriéndose a las iniciativas de flexibilización
del embargo, mientras le cose una suela de goma a unos tenis que se
resisten a morir.
"Soy trabajador por cuenta propia de vieja data. Hay dos grupos. Los que
estamos desde 1993, cuando Fidel autorizó al trabajo particular bajo un
gardeo tributario que hacía imposible prosperar, y los nuevos, que
surgieron después de 2010. Claro, mi negocio no da mucha plata ni llama
la atención a los inspectores. Por tanto, no pasan por aquí a
extorsionarme. Me tienen fichado como pobre diablo", apunta Fermín.
El sitio donde este zapatero remendón hace su faena tiene muy mala
pinta. Flaco favor a su negocio le hacen tres o cuatros amigos, sentados
en pequeños bancos de madera, que se pasan entre ellos una caneca de ron
barato.
"Son mis amigos. Uno es el ayudante y los otros dos siempre están por
acá para darse un trago. Ya te digo que el dinero que busco, 60 o a
veces 100 pesos diarios, me da para comer y tomarnos un litro de ron",
dice Fermín.
Al lado de la mesa de trabajo, descuidadamente, tiene tirado un lote de
zapatos, sandalias y chancletas por reparar. "En Cuba los zapatos tienen
más vidas que un gato. Son demasiado caros. La gente los estira hasta lo
imposible. Y cuando se rompen, se arreglan una y otra vez. Tipos como yo
somos importante en la vida nacional", expresa inflando el pecho.
Sobre las cinco de la tarde, achispado y de buen humor, Fermín cuenta
unos pocos billetes. "Quizás mañana me vaya mejor", señala.
Cuando usted le pregunta cómo observa su futuro, hace un silencio
prolongado. Da la sensación que se ha dormido. Al rato, se empina un
trago largo de ron pendenciero y responde:
"No sé, yo creo que pertenezco a ese grupo que con Fidel Castro o en
democracia vamos a estar siempre jodidos", dice.
En un viejo bolso negro, Fermín guarda su chaveta de zapatero.
Source: Zapatero remendón | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1403339028_9159.html
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment