Tuesday, August 04, 2015

Historia de otro gran fracaso de Fidel Castro

Historia de otro gran fracaso de Fidel Castro
Quizás el mayor y más costoso de todos los grandes proyectos de Fidel
Castro en los años sesenta fue el Plan General de la Autopista Nacional
del Sur
martes, agosto 4, 2015 | Paulino Alfonso

LA HABANA, Cuba. – Quizás el mayor y más costoso de todos los grandes
proyectos de Fidel Castro en los años sesenta, de los que ya nadie se
acuerda, fue el Plan General de la Autopista Nacional del Sur.

En Cuba, este proyecto general fue dividido en lo que Fidel Castro llamó
frentes y puso al mando de cada uno de ellos a uno de sus comandantes.
Trabajé como económico principal en uno de esos frentes, por lo que
sobre este tema tengo conocimiento de causa.

De acuerdo a este plan, todo el país, desde Pinar del Río hasta Santiago
de Cuba, quedaría enlazado, lo que posibilitaría el transporte de
gigantescos volúmenes de productos que nunca hubo. El proyecto general
fue encargado a la firma italiana Plana II, en Milán, la proyectista de
la famosa Autopista del Sol, que enlazó a toda Italia de norte a sur. El
régimen pagó el 70% del contrato con toneladas de mariscos, carne de
res, cítrico y azúcar, un pago que dada la situación económica de la
Italia de los años sesenta, fue muy apreciado.

De aquella época, quiero referirme a la construcción de un tramo de este
plan. Tiene 651 metros de largo y cuatro vías de circulación. Es poco
conocido, porque durante años, por orden expresa de Fidel Castro, no se
habló sobre él.

En un principio se denominó el viaducto de Paso Seco. Su autopista de 4
vías enlazaría en una primera etapa a La Habana con el poblado de Melena
del Sur, en una segunda llegaría hasta Batabanó, y posteriormente, con
la construcción de un puente sobre el mar, uniría Cuba con la Isla de
Pinos (la actual Isla de la Juventud).

Si alguien cree esto descabellado, les diré que incluso sé que a través
de un amigo de Fidel Castro, el Sr. Inayama, el presidente de la primera
asociación nipona de amistad con Cuba, el régimen entró en negociaciones
con proyectistas japoneses interesados en una propuesta de un plan de
cítricos en la Isla de Pinos.

Las obras del viaducto se iniciaron en 1967. Fidel Castro designó como
jefe al comandante Reynaldo Mora, quien estuvo secundado por un nutrido
grupo de oficiales del ejército. Como el viaducto pasaría sobre el
embalse que sería nombrado Ejército Rebelde, a toda velocidad se
hicieron los planos de la base náutica de un lago artificial de 6
kilómetros cuadrados. Incluso se compraron los botes y todo lo demás que
lleva una instalación de ese tipo. Cientos de casas que se habían
construido a lo largo de la Avenida 100, entre ellas las del poblado La
Chorrera, fueron demolidas.

Hasta ahí todo iba como miel sobre hojuelas, pero cuando se procedió al
cierre de la cortina que crearía el lago, el manto rocoso se fracturó y
el lago desapareció: literalmente, se lo tragó la tierra.

La ira de Fidel Castro fue descomunal. Estuve presente en esa reunión,
donde el ofuscado gobernante ordenó taponar a cualquier costo la
fractura. Miles de metros cúbicos de hormigón fueron inyectados, pero
fue inútil. Convencido del fracaso, Fidel Castro convirtió el revés en
una nueva victoria: argumentó que la presa serviría para evitar
inundaciones.

Así, quedaron en una gaveta, el lago artificial, el puente que uniría a
Cuba con la Isla de Pinos, el negocio citrícola con los japoneses y
otros planes. A partir de este chasco, Fidel Castro se apartó de este
proyecto.

Hasta que se definiera un destino para los más de 500 hombres a los que
esperaba el desempleo, la decisión fue mantener una brigada, puesta al
mando de Eutimio Delgado, un operador de buldócer, en la terminación de
la autopista hasta Melena del Sur.

La autopista demoró cerca de 20 años en ser terminada. Al final, el
viaducto fue convertido en un ramal de la Autopista Nacional, que hoy
sirve a muchos camioneros y automovilistas que se dirigen al sur de La
Habana para ahorrar combustible.

Triste destino para los casi 200 millones de pesos que fueron
invertidos, solamente en el puente. Las certificaciones de obra
terminada que pasaron por mis manos en aquella época son mi fuente para
dar esta cifra.

De haberse logrado los planes de Fidel Castro, el casco histórico de la
Habana Vieja no existiría, ya que, según los planos que vi con mis
propios ojos, toda esa parte de la capital sería convertida en almacenes
y zonas de carga de las mercancías que se transportarían por la Autopista.

palfonso44es@gmail.com

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