Levantamiento del embargo: un avance hacia la libertad
Un levantamiento de las sanciones norteamericanas deja el camino
expedito para que se visualice donde está el problema de Cuba y su solución
martes, agosto 4, 2015 | Miguel Saludes
MIAMI, Estados Unidos – El discurso pronunciado por Hillary Clinton en
la Universidad Internacional de la Florida el pasado 31 de julio ha sido
calificado como un hecho inédito de la historia política del estado
sureño. Algo que hace veinte años era impensable tuviera lugar nada
menos que en Miami, considerada como la capital de exilio cubano, en
opinión de varios de los participantes en el evento.
La aspirante demócrata a la presidencia de Estados Unidos escogió el
recinto universitario para declarar su apoyo a la estrategia de Barak
Obama respecto a Cuba y al giro dado por la actual administración que ha
logrado el restablecimiento de relaciones con La Habana a nivel de
embajadas. Un cambio importante que aunque no despeja por completo la
tensa atmósfera de los nexos entre ambos países, sí deja abierta las
puertas para nuevos pasos en la normalización plena de sus relaciones.
El próximo sería precisamente el levantamiento del embargo económico
mantenido durante más de medio siglo por la potencia del Norte contra la
vecina isla. Y este sería el compromiso expreso de Clinton en caso de
ser electa a la presidencia.
Numerosos aplausos dieron una respuesta positiva a los planteamientos de
Clinton, quien fue interrumpida en numerosas ocasiones cuando se refería
a puntos sensibles del tema cubano, contenido central de su elocución de
apenas 25 minutos. Sin dejar de referirse a los casos evidentes de
violaciones de derechos humanos, la represión contra las libertades
individuales políticas y de expresión, la violencia sufrida por los
grupos opositores, las Damas de Blanco o la muerte de Oswaldo Payá y
Harold Cepero sobre la que se pide una exhaustiva investigación, la ex
secretaria de Estado manifestó una razón que es incuestionable: una
larga política fracasada que no acaba de rendir sus frutos y la
prioridad de lo que resulta ahora la tarea más importante que es apoyar
el cambio en la isla.
Claro que los tiempos son otros a pesar de que se mantenga el régimen
dominado por la impronta de Fidel Castro durante todos estos años. El
paso de tres generaciones y el influjo de una oleada nueva de
emigración, en su mayoría carente fundamentos sólidos para ser
catalogada de política, ha llevado al escenario del exilio una realidad
cambiante hacia una diáspora cubana que no apuesta por las viejas reglas
de juego. Tampoco los hijos y nietos de aquellos que una vez conformaron
el "exilio histórico" creen en la factibilidad de esas posturas, y para
completar el cuadro cambiante contribuye una parte de ese exilio
militante que comprendió desde hace tiempo que la apuesta por el
contacto ofrece mucho más resultados que la del aislamiento y la línea
dura. Tácticas que más que perjudicar han ayudado al gobierno de La
Habana que las supo usar siempre como pretexto para su propaganda contra
el enemigo poderoso que quiere destruir los logros de una revolución
socialista por el pueblo y para el pueblo.
Hillary Clinton lo expresó claro en sus palabras: ha llegado el momento
de acabar no solo con el viejo pretexto y las justificaciones para un
fracaso en el que Estados Unidos ha tenido muy poco que ver. También de
terminar con las excusas en la que otros países se escudan con la
política del Goliat norteño que quiere destruir al débil y tenaz David
antillano. Las relaciones directas y un levantamiento de las sanciones
norteamericanas dejan el camino expedito para que se visualice
correctamente donde está el problema y su solución.
Clinton negó que la apertura de las embajadas fuese un regalo o una
concesión hacia el régimen cubano. Se trata de un avance hacia la
libertad de los cubanos como pueblo. Un avance que ocurre, ella lo sabe
bien, a pesar de las reticencias de quienes en la otra orilla no quieren
saber de contactos ni flexibilizaciones que rompan su esquema rígido. Se
trata de un apoyo al pueblo, haciendo aquello que los del otro lado no
quieren que se haga en aras de ampliar las posibilidades de la gente
sencilla que nunca se ha sentido ni amenazada ni enemiga de Estados Unidos.
Pero desde esta lado la visión muchas veces coincide con aquella viciada
de enfrentamiento que a lo largo de años se ha retroalimentado desde
ambas partes. Pareciera que desde el otro extremo, el de las libertades
y la democracia, se analiza el paso del cambio producido por Obama como
un acto sin sentido. Un ejemplo de ello es una reseña del diario The
Miami Herald en su línea editorial afirmando que "Cuba no se ha ganado
el fin del embargo". La frase de alguna manera hace recordar aquella
memorable crítica lanzada por Monseñor Pedro Meurice durante la misa del
Papa Juan Pablo II en Santiago de Cuba. Entonces el prelado cubano
señaló que en la Isla se había confundido Patria con un partido
político. Un fenómeno que se repite desde el exterior cuando se funden
conceptos nación y dictadura, y se defienden acciones aplicadas contra
la segunda que en realidad perjudica a los integrantes de la primera; la
gente común que recibe el doble castigo de quienes les oprimen y el de
aquellos que pretenden liberarles de la opresión.
Las voces contrarias al cese del embargo reciben el apoyo de los
políticos republicanos de origen cubano americano asentados en la
Florida. Pero cada vez resulta evidente el aumento de quienes se oponen
al aislamiento y propugnan una nueva manera de resolver la situación de
los que viven bajo un sistema totalitario en la Isla. En todos estos
años, lejos de algunos tibios intentos de administraciones
norteamericanas, casi siempre boicoteados por la negativa del castrismo
a perder la ventaja otorgada por la enemistad con el enemigo más
poderoso del mundo, nada se consiguió. Ni siquiera aquellos que
repetidas veces en campañas electorales prometieron la invasión que
nunca llegó (gracias a Dios) o que contentaron al electorado cubano
americano con un ¡Viva Cuba libre! y dejaron engavetada en el escritorio
una ley poco práctica que al final tuvo que firmar Clinton acorralado
por la crisis del derribo de las avionetas. El demócrata escogió al
final el menor de los males en la herencia legada por Helms Burton, una
fórmula de poco crédito que ha rendido un magro servicio a la causa pro
democracia en Cuba, favoreciendo a la propaganda de la dictadura cubana.
Ahora Clinton pondera las acciones logradas por administración Obama y
las defiende anunciando que en caso de llegar a la presidencia ella hará
todavía más por incrementar el acercamiento y acabar con el embargo.
Tiene muchas razones para ese empeño. Sueña con ver a los cubanos de la
Isla venir a Miami a caminar sus calles y constatar otra realidad. El
intercambio de estudiantes, mejores comunicaciones, más celulares,
computadoras, internet. Anoche recordaba esos deseos expuestos por la
aspirante demócrata. Un joven cubano desde esta orilla lograba
conectarse con sus antiguos amigos de la infancia que viven en el
poblado de Cojímar. Con ellos habló durante casi dos horas. Una conexión
que hizo posible la reciente red Wi-Fi a la que ahora se accede también
desde la calle principal de la conocida Villa Panamericana.
Es cierto que el aislamiento no es el que rendirá mejores frutos. No lo
ha hecho nunca y por ello quizás no lo pidieron para sus pueblos
exiliados de Polonia, Nicaragua, ni ahora Venezuela. ¿Por qué tendríamos
que hacerlo entonces los cubanos?
Source: Levantamiento del embargo: un avance hacia la libertad | Cubanet
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https://www.cubanet.org/opiniones/levantamiento-del-embargo-un-avance-hacia-la-libertad/
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