No existe vocación de servicio en Cuba
Desde que tienes uso de razón te enseñan a pensar, actuar y decidir bajo
el siguiente precepto: "Aquí todos somos iguales".
En este criterio fuimos educados. Conocemos y respetamos la importancia
de un barrendero o un ingeniero, un bailarín o un abogado, un boxeador o
un bombero. Todo eso me parece tan justo como coherente. El problema no
es quién eres o de dónde vienes, el problema es cómo te comportas en tu rol.
Hasta ahí lo de "ser igual", funcionaría; pues refiere a seres humanos
que se valoran (equitativamente) en los derechos y deberes partiendo de
sus posibilidades efectivas.
Aquí estudias gratis, adquieres conocimientos sin límites, e incluso,
somos una sociedad donde innovar significa salvar vidas; es ese el caldo
de cultivo en la formación de personas que hoy buscan otros caminos para
tener una vida digna.
Ya está demostrado, no todos somos iguales; ni en capacidad física, ni
en actitud o aptitud, inteligencia, habilidad, voluntad, aspiración y
preparación. El problema se complica, pues, el paternalismo oficial
sigue hablando de igualdad mientras el sector privado se ve obligado a
descartar empleomanía que no funciona en una sociedad voluble
económicamente. Te paga en pesos cubanos, pero vives en CUC, trabajas
para el estado pero no sobrevives con los frutos de esa labor.
El cubano, desde siempre, ha fundado ciudades, ha trabajado duro para
llevar adelante misiones titánicas, muchas veces (a cambio de nada),
pero, entre el igualitarismo y el poco estímulo al profesional, el
desgaste salta a la vista.
Aunque el concepto marxista reza: "(...) cada cual según su capacidad, a
cada cual según su trabajo", esto aquí no se ha sabido aplicar. El
ejemplo mayor son las variadas instituciones culturales dirigidas por
personas que fueron rebajadas de su cargo en otros ministerios y
terminan "tronados", liderando programas, conceptos y proyectos ajenos a
su entrenamiento o capacidad.
El paternalismo y el desorden en los centros estatales ha calado hondo,
y como "aquí todos éramos iguales", se han mezclado los roles y trocados
los cánones y aspectos jerárquicos.
Las personas que han decidido abrir paladares, huertos, peluquerías,
cafeterías y hostales en casas de familia, necesitan contratar empleados
para las labores de limpieza y conservación. Del buen desempeño de sus
trabajadores depende la calidad final del servicio. Se busca la
excelencia en la atención que merecen quienes concurran a estos espacios
alternativos. Seres honrados, curiosos, preparados y esforzados en
impulsar la iniciativa privada con oficio y buena voluntad.
Miles de profesionales han dejado de ejercer su vocación a cambio de
ganar las divisas necesarias para llevar una vida digna en Cuba. Donde,
como en cualquier parte del mundo, ya existen filólogos que manejan un
taxi, profesores que aprenden a cocinar comida vegetariana, terapeutas
que cuidan niños pequeños y lo hacen con amor y ganas de encontrar el
buen camino a la supervivencia.
En este escenario aparecen también quienes no desean esforzarse, y
destrozan lo que tocan basados en la deformación profesional adquirida
en anteriores experiencias laborales (tierra de nadie) donde se recita
que: el cliente NO tiene la razón, pues, aquí todos somos iguales.
Asoman plomeros improvisados, cocineros mediocres, albañiles holgazanes,
empleados domésticos indolentes, vigilantes o parqueadores irreverentes
que desean ganar divisas sin mover un dedo, o en el peor de los casos,
burlando normas esenciales de comportamiento. Llega el robo, la
insubordinación, las faltas de respeto, y el mal trato a los clientes
dentro del sector privado. Los problemas personales se trasladan al
trabajo, justificándose así el ausentismo, la impuntualidad, el hurto y
la afianzada incapacidad para el desarrollo.
¿Queremos, sabemos, podemos servir los cubanos?
¿Nos sentimos mal en el gesto de ofrecer nuestro esfuerzo al prójimo?
¿Acaso ocurre esto a los cubanos que emigran y deben trabajar duro pasa
salir adelante en todas partes del mundo?
Son muchos años "haciendo como que trabajas para quienes hacen como que
te pagan".
Vivimos décadas aceptando maltratos en el servicio público, pues era
este el único puente posible entre oferta y demanda. A pesar de nuestros
estudios, a pesar de la instrucción, y salvo en raras excepciones, hay
algo que nos falta en Cuba, la capacidad de servir con gusto y
aplicación al prójimo.
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/habaname/2012/09/04/no-existe-vocacion-de-servicio-en-cuba.html
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