Los avatares de los autónomos en Cuba
Los negocios privados emplean a 450.000 personas y estimulan una
mentalidad 'capitalista' en la isla
JUAN JESÚS AZNAREZ La Habana 1 JUN 2014 - 20:14 CET13
La chica que hacia las ocho de la mañana cruzaba la calle con las tetas
al aire llamó la atención del fiscal cubano, que detuvo el coche y anotó
la dirección del escenario de autos: un local de copas de La Habana,
propiedad de una conocida voleibolista y su marido italiano. "El fiscal
debió alucinar", comentó un empresario extranjero que conoció el lance
ocurrido. El magistrado alucinó tanto que llamó a la policía y pidió el
cierre del antro por escándalo público.
La señorita del despelote y un irreductible pelotón de noctámbulos se
habían desmadrado hasta la madrugada en uno de los pub abiertos cerca de
la residencial Quinta Avenida, al amparo de la apertura económica
vigente desde hace tres años. La liberalización ha activado una
mentalidad capitalista en los nuevos gestores de cafeterías, paladares
(restaurantes), pizzerías, talleres, cooperativas, tiendas de artesanía,
peluquerías o gimnasios: 450.000 cubanos, en torno al 9% de la población
activa, en 200 categorías de gestión privada: desde agentes
inmobiliarios, y sastres, a carpinteros, fotógrafos y taxistas.
El monopolio del Partido Comunista de Cuba (PCC) sigue vigente, pero la
tolerancia con las infracciones de los cuentapropistas es mucha porque
muchos son los volantazos regulatorios durante la incipiente apertura.
Pero no todos los negocios prosperan. Miles han cerrado porque abrieron
con más entusiasmo que estudios previos sobre su idoneidad y porque la
capacidad adquisitiva de la clientela es muy limitada: el grueso de los
11 millones de cubanos recibe su salario en pesos, un media de 500
mensuales (al cambio unos 25 euros) y los emprendedores orientan casi
todos sus negocios hacia el compatriota con divisas. Mientras la
dualidad monetaria, la circulación de dos monedas, el nudo gordiano de
las reformas, no se solucione la vida de los asalariados en pesos será
siendo dura.
El monopolio del Partido Comunista de Cuba (PCC) sigue vigente, pero la
tolerancia con las infracciones de los cuentapropistas es mucha
El italiano y la voleibolista se estaban forrando con un local abierto
la 24 horas, pero acabaron en comisaría. Preventivamente, algunos
bailongos pincharon música sacra tras la redada, pero reanudaron la
pachanga al escampar. "Aquí te dejan hacer hasta que ocurre algo y
entonces se acabó", comenta mi acompañante. Jóvenes de la incipiente
burguesía local se mueven festivamente por el establecimiento de copas,
abierto en la planta baja de un chalé, y decorado con un escorzo del
malecón y fotografías emblemáticas de La Habana.
Calzan móviles importados, ropa de marca, trasiegan combinados de cuatro
euros, y la política no figura entre sus prioridades porque, entre otras
razones, la ideología y sus derivados son franquicia gubernamental
intransferible. Tampoco el torcedor que me instruye sobre la vitola y la
embocadura de un puro quiere hablar sobre democracia pluripartidista.
"Esto no está pa' eso compadre. ¿Cuántos tabacos quieres?. Te los dejo a
buen precio".
La liberalización promovida por Raúl Castro y el VI congreso del
partido, en 2011, no cede poder político, pero la apertura
socioeconómica cobra vida propia en algunos ámbitos y su inercia puede
agrietar la hegemonía del partido único, según la esperanza de quienes
rezan porque así sea. Pero visto lo visto en Cuba, donde el activismo
antigubernamental es imperceptible o reprimido, sólo cabe esperar el
éxito de las rogatorias o la improbable generosidad del régimen.
El objetivo oficial es otro: el bienestar económico, la recolocación del
medio millón de trabajadores de empresas ruinosas que perdieron su
puesto, y resolver el futuro del otro medio millón en capilla. El Estado
todavía emplea a cuatro de los cinco millones laboralmente activos. Una
segunda meta es reducir el gasto de las compras en alimentos porque el
país importa el 60% de lo que consume: cerca de 1.800 millones de euros
anuales.
Soltando lastre y subsidios, 200 pymes estatales fueron reconvertidas en
cooperativas el pasado año, y se consolidó la carga fiscal sobre los
cuentapropistas, que aumentaron su contribución a los presupuestos
generales en un 18%, aunque sólo representan el 2% del total.
Contrariamente a la sepultada retórica igualitarista, el castrismo
permite el moderado enriquecimiento de quienes se aventuran con dinero
propio, los menos, o prestado por los dos millones de familiares en
Estados Unidos, España y otros países. Sus envíos a la isla suman 2000
millones de euros anuales.
Al cierre del 2013, cerca de 2.000 paladares funcionaban con pagos en
CUC, la moneda fuerte, equivalente al dólar, y se alquilaban 7.250
habitaciones. Ana Sarabig Domínguez reunió cerca de 30.000 euros para
abrir hace dos años el paladar Sancho Panza, en el barrio El Vedado de
La Habana, con un menú de variedades criollas. Le va bien: emplea a 18
personas. "Los inspectores nos piden facturas que a veces no podemos
presentar porque no nos las dan quienes nos venden el pecado, la carne o
los vegetales", explica Alina, la contable.
Aunque sólo la diáspora y los nacionales con divisas pueden comprar
pisos, automóviles y financiar los emprendimientos que exigen miles de
euros de inversión, el resto de los compatriotas puede optar a los
créditos ofrecidos por el Banco Central de Cuba. Sólo los pidieron 550
emprendedores. El cincuentón Alejandro se olvidó de los préstamos para
arriesgarse con una licencia de chófer.
Son las 9,30 y abordo su almendrón, un achacoso Ford norteamericano de
1956, rumbo a ninguna parte. Cobra entre 10 y 20 pesos nacionales, entre
0,20 y 0,60 céntimos de euro, dependiendo de la distancia. "¿Qué tal le
va?". El pasaje, un abuelo y un matrimonio y su hija, pega la hebra.
"Ahí vamos. Vengo a hacer unos 1.000 pesos al día, pero pago muchos
impuestos varias veces al año. Además, la gasolina, las gomas rotas por
los baches, los bombillos, las averías y lo que salga. No me queda
mucho." Se queja de la competencia porque el 11% de los licenciatarios
también son taxistas y chóferes, pero le compensa su independencia.
Alejandro y su Ford siguen barriendo a diario las calles de la populosa
barriada Centro Habana a la caza de viajeros también pretendidos por una
flota de Chrysler, Mercury, Chevrolet y otras reliquias. Cerca de 8.000
circulan en la capital, y cientos fueron transformados en limusinas
ofrecidas a novios, celebrantes y turistas
Al haber asumido Cuba los mecanismos de mercado en su embrión
capitalista, asumió también los daños colaterales: las emergentes
desigualdades sociales, las tercerías mafiosas durante los cambios de
titularidad de pisos y vehículos, y los contratos falsos sobre cuantía y
concepto de las transacciones para evadir impuestos. "Hay intermediarios
que están haciendo fortunas", admiten fuentes oficiosas
También quiere su parte, la patrulla que me detuvo una noche conduciendo
por dirección prohibida. El circunloquio con el agente terminó con la
aparición de un civil que me invitó a subir a un coche. "La multa son 60
CUC pero por 20 CUC se puede ir. Deje el dinero en el asiento del carro
y salga" .Cómplice del delito, así lo hice.
La técnica me recordó, en miniatura, la cortesía del capo policial
mexicano Arturo Durazo (1924-2000), durante los descansos de sus
extorsiones a balazos. Las víctimas llegaban a su despacho, y entonces
el negro Durazo salía dejando abierto un cajón del escritorio. Los
chantajeados depositaban allí fajos de billetes, centenarios de oro,
escrituras, alhajas: las legendarias mordidas, todavía vigentes en
América Latina, aunque más sofisticadas, desde Río Grande a Tierra del
Fuego.
Experimentando en Artemisa
J. J AZNÁREZ
El viaje por carretera hacia la despolitización de la gestión económica,
hacia un enfoque más empresarial, nos conduce hasta la provincia de
Artemisa, a 60 kilómetros de La Habana, banco de pruebas de una
descentralización en la toma de decisiones que pretende implantarse en
todo Cuba. "Se trata de hacer más con menos recursos", explican
portavoces del gobierno provincial
El laboratorio Artemisa tiene medio millón de habitantes y 21.500
trabajadores autónomos, muchos de los cuales se agruparon en
cooperativas más pequeñas que la presidida por de Israel Martin, que
explota 1.173 hectáreas, la mayor parte de caña de azúcar, ganadería de
carne y leche. Se llama Betancourt Rodríguez y reúne a 171 socios, entre
ellos trabajadores que perdieron su empleo en el diezmado sector
azucarero. Recientemente sumó otros 34 campesinos a los que el Estado
cedió en usufructo tierras 90 fincas.
"Todos respondemos ante la asamblea de los 171 socios, que se reúne.
mensualmente", explica Martin. "Y en el campo se trabaja mucho. Mi padre
arranca a las 4,30 de la madrugada y yo a las seis". En la calurosa
Artemisa, muy cerca de una cooperativa cuyos socios viven de la venta de
un excelso batido de plátano, funciona otra de reciclaje de chatarra y
botellas. Lucilo Valdés tiene 63 años y es músico con baja médica. A la
espera de jubilarse, ingresa unos pesos recogiendo desechos que vende en
la cooperativa. "No es mucho. Así que, ya sabes, si tienes 40 dólares y
me los regalas, estupendo".
Source: Los avatares de los autónomos en Cuba | Internacional | EL PAÍS
-
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/06/01/actualidad/1401646446_219240.html
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