Decadencia y mercado
YANIA SUÁREZ | La Habana | 25 Feb 2014 - 9:16 am.
La Feria de La Habana fue un éxito de público, pero no de libros. Si
quitáramos los muñecos inflables, las mallas para saltar y la
gastronomía, ¿qué quedaría?
Transcurre la Feria Internacional del Libro sin halo de lo que fuera, y
no es que lo que fuera resultara totalmente deseable. La censura a
autores desafectos excluye como siempre la posibilidad de ofrecer un
panorama serio de la literatura nacional, situación agravada con la ola
de emigración y exilio de las últimas décadas, al punto de que no
encuentro, en esta edición, ningún panel programado sobre literatura
contemporánea cubana, y sí, por alguna razón, paneles sobre literatura
ecuatoriana, colombiana o argentina, cuya precisión no sabremos juzgar
cabalmente.
Una estrategia de mercado intenta salvar la situación, o por lo menos
echar un velo sobre el letargo. Para entenderla, hablemos de los libros.
Hace quince años, cuando empezó la Feria en La Cabaña, a pesar de los
pesares, uno podía salir con una mochila (conozco gente que lo hacía)
bien cargada de brillantes carátulas extranjeras y buenas lecturas —no
siempre bien habidas, si hay que decirlo todo—. Era esta aventura lo
mejor de la Feria, más allá de alguna actividad esporádica, más allá de
que había más escritores en el recinto de los que hoy se ven. Ya no es
así. Con el tiempo, los mercaderes extranjeros han ido disminuyendo
hasta quedar en casi nada. Ya no se ve Ediciones B; ni siquiera una
editorial llamada Urano que trajo un poco de New Age hasta el año
pasado, comparece. En esta edición he encontrado un solo libro para
adultos memorable, que he pagado casi con desesperación.
Esta nunca ha sido una Feria de grandes contratos, de grandes
personalidades. Los expositores extranjeros eran la novedad ¿Por qué
faltan hoy? No es improbable que hayan comprendido que vender libros a
más de 5 dólares en La Habana es un mal negocio. El caso es que ahora
solo traen, mayormente, literatura infantil. Libros baratos, libros
rápidos, y esta circunstancia marca la nueva fisonomía de la Feria. Se
trata de un giro comercial que ha sido aprovechado para las
estadísticas, no para la calidad.
El evento consta, cada vez más, de aparatos infantiles, decenas de
chiringuitos, cerveza, reguetón. La misma avidez por las novedades
foráneas que antes atraía a los estudiantes, ahora convoca a las
familias, que hacen aquí su vida de domingo, celebrados por la TV.
De manera que la Feria es hoy un éxito de público, pero no es un éxito
de libros.
Si quitamos todos los muñecos inflables, las mallas para saltar y la
gastronomía, ¿qué quedaría? Mirarnos a las caras y empezar a
preguntarnos por la gestión de la literatura nacional y por su estado.
Como lectores, nos salvará otra vez la tecnología, es decir, los
e-books: conseguir que un amigo del extranjero nos traiga un lector de
libros digitales —que no se venden en Cuba— y olvidarnos, quizás, de
todo esto.
Source: Decadencia y mercado | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cultura/1393232102_7298.html
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